Poco se les puede decir a
Robin Le Normand y, en su caso si se materializa, a
Mikel Merino, si han elegido continuar sus carreras fuera de la Real. El central bretón se marcha firmando seis temporadas maravillosas en las que ha evolucionado a golpe de pizarra y mancuerna hasta convertirse en uno de los centrales de referencia de LaLiga. Fuera de este entorno condicionado por su destino y sus derivaciones, los que están en el fútbol consideran que los 34,5 +5 millones representan una gran venta. Y de alguien como Merino, que ha jugado con dos vértebras rotas, un dedo del pie negro por fractura, el hombro a la virulé y la cara partida, sólo se puede decir que, como fichaje amortizado, tiene la libertad de elegir qué va a ser de él. Si se marcha, seguro que hará un esfuerzo para que la Real salga bien parada. A partir de ahí, honor a los que, teniendo otras ofertas más jugosas en muchos aspectos, deciden quedarse en la Real. A los ‘
Zubimendis’ y ‘
Kubos’, por los que otros clubs están dispuestos a abonar la cuantía de su cláusula de rescisión, pero prefieren quedarse. Y también aquéllos como
Sergio Gómez que, con otras propuestas muy potentes llamando a sus puertas, eligen Real Sociedad. Por filosofía, por evolución, por estilo de juego, por
Imanol, por La Concha...por lo que sea. De cara a los próximos que puedan llegar y a los que haya que convencer para que rechacen propuestas más enriquecedoras, es oro molido que haya casos como los expuestos. Sin
Le Normand y sin (o con)
Merino,
Imanol reinventará a la Real, le dará otra vuelta de tuerca gracias a los que apuestan por ella.
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