Fernando Colomo: «En todos los premios, y los Goya no son una excepción, la comedia está penalizada»
Cuando le anunció a su padre que sus planes eran estudiar Bellas Artes y después ingresar en la Escuela de Cine, lo que obtuvo fue un sonoro «¡vas a ser un don nadie!», y eso le hizo matricularse en Arquitectura, carrera que culminó y profesión que ejerció unos años. Pero esa es una vida que parece de otro; la vida previa a la que en verdad importa, la del cineasta vocacional con casi treinta largometrajes en el hatillo y una huella digital que se detecta en segundos. Cree que su mejor película está por hacerse y espera que si el Goya ha de llegarle, que no sea, por Dios y por la Virgen, el de honor.
Almodóvar fue «chico Colomo» –hizo de figurante en «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?»–, pero usted no ha sido «chico Almodóvar». ¿Le habría gustado?
Pues fíjate: me prometió un papel que luego no me dio. Lo hizo Jaime Chávarri en «¿Qué he hecho yo para merecer esto?». Un papel mítico, que era el que se acuesta con Verónica Forqué, que finge un orgasmo, y está al lado Carmen Maura. Le dije: «Coño, Pedro, ¿cómo me haces esto?», y él: «Es que tú no me llamas y Jaime ha estado llamando…», ja, ja, ja. ¿Me habría gustado? Claro.
¿Por qué Almodóvar, que comenzó haciendo comedia a la vez que usted, Trueba y otros, es el más internacional? ¿A qué atribuye su éxito?
Cuando hablas de lo local de una forma muy personal y muy auténtica, eso llega a todos los lados. Y eso lo tiene Almodóvar. Él ha utilizado su mundo, que le viene de La Mancha, y ha trascendido. Para llegar a hacer algo universal lo peor que puedes tratar de hacer es algo que guste a todos. Tiene que ser diferente.
¿Carmen Maura ha sido la actriz más grande con la que ha trabajado?
He trabajado con otras actrices muy grandes, Verónica Forqué, Carmen Machi, María Barranco… Pero, efectivamente, Carmen es la protagonista de mis dos primeras películas y tiene un papel importante en la tercera. Con ella hubo mucha unión y creo que nos retroalimentamos.
Dijo que su licenciatura en Arquitectura fue un accidente, pero ¿le ha servido para el cine?
Muchísimo. A nivel práctico, gracias a lo que ahorré trabajando como arquitecto municipal durante cinco años, y a un grupo de compañeros arquitectos, formé mi primera productora e hicimos «Tigres de papel». Y luego es que es una disciplina muy completa y, aunque sea una expresión que odio, me amuebló la cabeza. Aprendí de los grandes maestros, como Moneo y Alejandro de la Sota, que las cosas hay que construirlas de dentro para fuera. Y yo siempre he intentado hacer un cine en el que no se notara mucho la cámara, porque está en función del actor.
Nunca se sintió identificado con aquella etiqueta de la «nueva comedia costumbrista madrileña» en la que le incluyeron.
Esa etiqueta duró bastante, recuerdo que me perseguía. Hice «La línea del cielo» con Resines, que está rodada íntegramente en Nueva York, y algunos críticos escribieron: «La comedia madrileña se traslada a Nueva York». En esa «nueva comedia» no había nadie. Trueba; yo, que había empezado antes; Cuerda, que hizo una película en la línea de «Tigres de papel», y nadie más. Nosotros veníamos un poco de la «nouvelle vague», pero tirábamos hacia la comedia.
Le falta el Goya. ¿Lo merece?
Bueno. Espero que no me den el de honor. Sería un «como no hay forma de que lo gane…».
¿Con cuál de sus títulos ha tenido la espina clavada de «coño, creo que es una buena película y no lo han visto»?
Creo que podría haber estado nominado por películas como «Al sur de Granada» o «Los años bárbaros». Son películas de mayor peso, con más enjundia. Porque es verdad que en todos los premios, y los Goya no son una excepción, la comedia está penalizada.
Verónica Forqué. El vídeo, que decía la canción, mató a la estrella de la radio, y una televisión cada vez más fiera, a una estrella del cine que atravesaba un mal momento.
Lo de Verónica fue una terrible sorpresa. Había visto algunos vídeos breves del programa y no la reconocía. No sé qué le pasaría… Tendría una depresión muy fuerte. La única conclusión que debemos sacar es que hay que cuidar mucho la salud mental, desde el Estado. En general, la televisión se ha endurecido y degradado mucho. Es como que todo vale en la lucha por la audiencia. Y eso no se debe fomentar desde una televisión pública.
Esta sección se titula «¿Tienes fuego?». Señor Colomo: ¿tiene fuego?
Sí. Creo que siempre tenemos que mantener viva la llama de nuestra primera ilusión y ver las cosas con ojos nuevos. Intentar tener una mirada limpia.