El factor género entra a los Juegos Paralímpicos
La italiana Valentina Petrillo tiene un plan para ignorar a la grada llena del Stade de France cuando pise la pista violeta de la prueba de 400 metros categoría T12 (para atletas con discapacidad visual). Es algo que ya ha acordado con su coach mental; Luca Catalano. El 3 de septiembre, el día que se convierta en la primera atleta trans en la historia de los Juegos Paralímpicos repetirá para sí misma la canción ‘O surdato nnammurato’ (El soldado enamorado), el mismo tema que cantan los hinchas del Napoli en los estadios, y tratará de concentrarse en su propio desafío.
Petrillo nació en 1973. A los 14 se le diagnosticó el síndrome de Stargardt, una enfermedad que ataca las células de la mácula y la dejó con el 5% de su visión normal. A los 41 empezó a correr como paratleta. Antes de su transición, ganó 11 títulos italianos en la categoría masculina T12 (entre el 2015 y 2018).
En 2019 empezó su terapia hormonal. Y en 2021 ya competía en torneos femeninos.
El presidente del Comité Paralímpico Internacional (CPI), Andrew Parsons, le dio la bienvenida a París 2024 a inicios de este mes. En declaraciones a BBC Sports dijo “estar preparado para las críticas” por su decisión. “Por el momento las reglas de World Para Athletics le permiten competir, por lo que será bienvenida como cualquier otro atleta”, sostuvo.
Pero los cuestionamientos vienen de antes. España es el país que más ha criticado la participación de Petrillo en los Juegos Paralímpicos. En agosto del año pasado, una serie de organizaciones de mujeres y federaciones deportivas exigió al Comité Paralímpico Español que impugnara la plaza obtenida por Petrillo para participar en París 2024. Las motivaban dos hechos: que la inclusión de Petrillo había dejado sin cupo a la atleta española Melani Bergés y una opinión de la Federación Internacional de Atletismo que sostenía que las deportistas como Petrillo, que han hecho su transición tras la pubertad, no deben participar en competenicias internacionales porque la huella de testosterona no desaparece a pesar del tratamiento hormonal.
La atleta alemana Katrin Mueller-Rottgardt, que competirá contra Petrillo en la prueba de 200 metros, también ha expresado sus dudas por la presencia de su rival italiana. “Ella ha vivido y se ha formado como hombre durante mucho tiempo, por lo que existe la posibilidad de que sus exigencias físicas sean diferentes a las de alguien que nació mujer. Esto podría darle una ventaja”, djo al diario Bild.
Y en Italia, en 2021, la abogada Fausta Quilleri, corredora de la categoría máster ya había cuestionado la participación de Petrillo en torneos femeninos. “Su superioridad física es tan evidente que hace que la competencia sea injusta”, dijo en ese momento. Una petición suya, al presidente de la Federación Italiana de Atletismo y a los Ministerios de Igualdad de Oportunidades y Deportes, para retirar a Petrillo de las pruebas femeninas, fue firmada por 30 atletas.
La testosterona como clave
Este año, la directora Elisa Mereghetti anunció el estreno de su película documental 5 nanomoli (5 nanomoles), en la que cuenta, en 79 minutos, la historia de vida de Valentina Petrillo. Le puso ese título porque el Comité Olímpico Internacional exige menos de 5 nanomoles de testosterona, por cada litro de sangre, en las atletas con altos niveles de esta hormona, para que puedan competir en torneos femeninos. El nivel de testosterona en los atletas masculinos oscila entre los 10 y 35 nanomoles. Y en las atletas femeninas apenas alcanza los 2,4 nanomoles. Cuando Petrillo empezó su transición estaba en 20 nanomoles y hoy está muy por debajo de las 5 unidades.
Las pruebas de testosterona empezaron a aplicarse en 2009, cuando la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) inició una prolongada investigación a la atleta sudafricana Caster Semenya, ganadora de los 800 metros en el Campeonato Mundial de Atletismo.
Cuestionada por su fortaleza física y su condición de deportista con DSD (diferencias de desarrollo sexual), Semenya fue obligada a someterse a exámenes con un endocrinólogo y un ginecólogo, y a pruebas psicológicas.
Los resultados de los estudios nunca se hicieron públicos, pero Semenya denunció que la obligaron a tomar medicamentos para volver a competir.
Semenya llevó su caso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que en julio de 2023 concluyó que sufrió de discriminación. Una apelación de la IAAF ha impedido que el caso se cierre y se defina su futuro en las competencias.
Antes de la prueba de testosterona, el Comité Olímpico Internacional aplicaba una prueba genética para cromosomas sexuales. La polaca Ewa Klobukowska, una medallista de oro en atletismo, se convirtió en la primera atleta en ser descalificada con este procedimiento. En ese momento se dijo que tenía un tipo de “mosaicismo genético” por el que algunas de sus células portaban un cromosoma Y. Tiempo después, médicos endocrinólogos concluyeron que las pruebas cromosómicas eran insuficientes para determinar su género.
La actualidad
Hoy no existe una opinión unificada sobre el caso de deportistas con alto índice de testosterona y menos para atletas trans. El Comité Paralímpico Internacional deja en manos de los organismos rectores de cada deporte la decisión sobre estos casos. La Federación Internacional de Atletismo no permite la participación de atletas trans en sus torneos. En cambio, para World Para Athletics basta que una deportista sea legalmente reconocida como mujer en su país de origen para que entre a sus torneos. Eso le ha abierto las puertas a Valentina Petrillo.
Cuando se inicien los paralímpicos, su caso llamará la atención tanto como pasó con la argelina Imane Khelif, oro en boxeo en la categoría de 66 kilos de los Juegos Olímpicos y cuestionada por su condición de mujer intersexual y su inusual carga cromosómica.
“No es un problema de normativa sino de mentalidad”, dice Petrillo, mientras espera su momento, en Bolonia, la ciudad a la que ha convertido en su hogar.