Nombrar a Diosdado Cabello como ministro de Interior, Justicia y Paz es lo mismo que poner al zorro al mando del gallinero. En un momento de sangrienta huida hacia adelante, Cabello abusará sin cuidado de cuantos el aparato represivo chavista considere una amenaza para la consolidación del golpe de Estado perpetrado por la camarilla en el poder. Siendo uno de los más interesados en impedir un cambio de régimen, pues tiene innumerables delitos a sus espaldas (a Nicolás Maduro, como presidente, se le investiga en La Haya por crímenes de lesa humanidad, pero Cabello no solo ha conculcado derechos humanos, sino que ha llegado a ser el principal operador de narcotráfico en el país), con su inclusión en el Gobierno Maduro se asegura que hará todo lo posible para la supervivencia de ambos. Con la represión que ordene, Cabello se cerrará aún más cualquier salida negociada. El nombramiento de Cabello, quien en los últimos años no tenía cargo institucional pues Maduro le mantenía fuera del Gobierno debido a desconfianzas personales y rivalidades internas, muestra que el núcleo de poder chavista se reduce a la llamada banda de los cinco: Maduro y su esposa Cilia Flores , Cabello, el ministro de Defensa Vladimir Padrino López y los dos hermanos Rodríguez , que actúan como uno (el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge, y su hermana Delcy, que al cargo de vicepresidenta del Gobierno une ahora el de ministra de Petróleo). Desde los tiempos de Chávez, Cabello se ha mantenido como vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) , lo que de algún modo le ha seguido otorgando el rango de «número dos» del chavismo , aunque nunca ha formado parte del entorno de Maduro. Del temprano círculo de Chávez y de extracción militar como él (ha preservado su grado de capitán), Cabello se vio a sí mismo como sucesor del líder cuando este encaraba la muerte. Pero la intervención de Cuba, que se había encargado de formar a Maduro, truncó sus aspiraciones. La Habana se adueñó del cuerpo enfermo de Chávez y gestionó la sucesión hasta que estuvo en condiciones de imponer a Maduro. Desde el entierro de Chávez y el cambio en la presidencia de Venezuela la relación entre Maduro y Cabello ha sido de competencia, aunque en los momentos decisivos, como cuando se producen elecciones, no han tenido más remedio de cooperar. Con Cabello, Maduro no ha podido proceder como con Tarek el Aissami , que fue acumulando poder a la sombra del sucesor de Chávez hasta que Maduro lo mandó detener en 2023, sin que hoy se sepa cómo y dónde se encuentra. Junto a las mismas actividades delictivas de El Assiami –narcotráfico, contrabando, lavado de activos...– Cabello ha cuidado su ascendencia sobre un sector del PSUV. Su programa de televisión «Con el mazo dando» es un referente a la hora de difundir las consignas y los relatos del régimen. Es tal el historial mafioso de Maduro y Cabello –la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, ofrece 15 millones de dólares a quien facilite información que lleve a la detención del primero y 10 millones a quien dé pistas para detener al segundo– que la caída del régimen fácilmente podría suponer una larga vida en prisión para ambos. Cabello ha sido cabeza del llamado Cartel de los Soles , el entramado de complicidades y operativos del establishment de poder chavista que utilizando redes policiales, militares y gubernativas ha movido toneladas de cocaína desde la frontera con Colombia hasta las rutas que sobre todo llevan la droga a Estados Unidos a través de Centroamérica y el Caribe. Las ganancias han servido para comprar jueces e incluso algunos dirigentes de la oposición (en la situación de penuria que vive el país lo prioritario es poder comer). Se cuenta con que Estados Unidos haya abierta alguna causa de narcotráfico contra Cabello, aunque de ser así se mantendría en secreto hasta poder detenerle. La Justicia estadounidense ha contado con testigos que señalan a Cabello como un gran capo. Sus actividades ilícitas pasan también por el contrabando y la extorsión, favorecido por la influencia de su hermano José David, que desde 2008 dirige el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat): una parcela de poder para el enriquecimiento propio (el petróleo, en cambio, estuvo en manos de El Aissami y ahora de los Rodríguez; Maduro y su familia tienen un pie en algunos sectores –los «narcosobrinos» y las bolsas de comida de Alex Saab , a los que la Justicia de Estados Unidos liberó por orden de la Casa Blanca– y reciben de todos ellos). A través de testaferros, como Rafael Sarría , Cabello ha lavado activos comprando diversos negocios en Venezuela (algún medio de comunicación, entre otros) y propiedades en algunos países, singularmente Estados Unidos. Investigaciones periodísticas han aportado información que permite rastrear la adquisición de algunos bienes e inmuebles.