CD Mirandés 0 – 0 Real Zaragoza | Crónica
Y queda la raíz
La belleza, a veces, está reñida con el fútbol. Eso ocurre en Anduva, un territorio que asusta por su rudeza y su crudeza. Allí suele naufragar el Real Zaragoza. Allí, los acantilados sin mar son el destino de las naves blanquiazules. Año tras año, sin excepción. Ayer fue uno más. La marea zaragocista no fue suficiente para enjugar las gotas de sudor terroso que provoca jugar en Miranda. Incluso podemos alegrarnos del punto.
Víctor Fernández mantuvo el tipo con una alineación prácticamente gemela de la de Cartagena Solo un cambio: Pau Sans por Bermejo. Por lo demás, mantener el espíritu y prolongar la ambición. Ante el Mirandés, un equipo ocre de registro fiero, o te entra a la primera o te puedes dar por adormecido. Con las armas del juego combinativo, de energía apagada, es difícil hacerle frente. Hay que echar más carbón en la caldera; por lo menos, más que el que dispuso el equipo aragonés.
Si en quince minutos el rival te pone en tres aprietos, es señal de debilidad. Reina, Panichelli y Roca, tres soldados de dientes apretados, probaron fortuna ante la puerta de Poussin. Tres disparos oblicuos que no encontraron cuerpo al que herir pero dañinos en el ánimo de los blanquillos. Poca sustancia en el juego de los locales pero corazón de hierro con mucha audacia en cada acción.
Sumamos a la débil disposición alguna acción equivocada. Por ejemplo, la torpe entrada de Keidi a un contrario que se tradujo en una amarilla de esas que paralizan. Recibir semejante castigo en el minuto 8 quema. Y también arden las bisagras de la maquinaria si en el centro del campo quien manda es el contrario. Eso sucedió durante la primera parte. El equipo se dobló por la mitad y así, no. La buena noticia nos la regaló Poussin. Un chut raso, seco, aritmético de Lachuer fue despejado en magnífica estirada por el francés. Un paradón, es decir.
El Real Zaragoza, aun así, pudo haber golpeado primero si el libre directo ejecutado por Tasende hubiera encontrado red. Lástima que enfrente también había un buen portero, Raúl Fernández, quien despejó en acrobática palomita. Era evidente que cada equipo utilizaba sus armas, aunque ninguno resolviera en cuarenta y cinco minutos. El Mirandés, su garra, su energía desatada, su empeño. El Zaragoza, su voluntad vertical, su combinación y, a veces, los disparos lejanos, como el de Liso cerca del descanso. De los dos, eso sí, el que más puntos acumuló fue el equipo burgalés.
En la caseta Víctor tomó un par de decisiones: entraron Adu Ares e Iván azón por Pau Sans, alejado de las zonas calientes, y Soberón, distinto a sí mismo. Su presencia activó al Zaragoza. Cosió un par de centros bien intencionados y Keidi se animó al disparo lejano con buenas intenciones. Estos gestos despertaron al Mirandés, que a balón parado se maneja bien. La prueba fue una falta lejana que ejecutó Tachi. El balón se olvidó de todos los jugadores, propios y ajenos, y acabó chocando con el poste izquierdo de Poussin, excelente en su quietud. Habría sido un gol doloroso y quién sabe si definitivo.
Víctor había avisado de la maestría del Mirandés para armar cuerpos defensivos. No se cortan y no les importa amontonar hombres detrás del balón. Lo hacen de maravilla. En alguna jugada, un futbolista del Zaragoza se llegó a ver rodeado de cuatro contrarios. Unos maestros en eso de agobiar. Además, bordan el contraataque. En uno de esos Tachi repitió intento con otro latigazo lejano al que respondió Poussin. Se lució ante un balón de los que botan un metro antes y casi siempre se acomodan en la red.
El partido oscilaba entre una y otra área. Poco claro lo debió ver el técnico aragonés porque volvió a utilizar a Francho y Toni Moya, como en Cartagena. Su entrada rearmó al equipo, rediseñó la disposición y fortaleció la estructura.
Se ganó en presencia, se aumentó el ritmo y se propició un cambio en la narración. No obstante, el que estuvo a punto de marcar fue el Mirandés. Esta vez fue Panichelli el que lo intentó. Su fogonazo en forma de remate curvado le limpió el polvo a la escuadra de Poussin. Susto y ya. Corrían los minutos. A veces, ligeros. A veces, torpes. Entró Marí poco después de que Adu Ares chutase a puerta y el balón saliese rebotado a córner. Había voluntad, deseo, intención. Había anhelo.
Cerca del final, el Mirandés se dispuso a resistir el asedio. El empate era bueno para los castellanos. No así para los aragoneses. Es muy evidente que al Zaragoza le gusta acabar los partidos en el área rival. Y a ello se dispuso. Había que buscar la ocasión y, sobre todo, encontrarla. Estuvo a punto de darse en el minuto 92. Calero centró largo y en el punto de penalty emergió Iván. Se elevó con la fuerza de los vientos y cabeceó. El balón superó a Raúl Fernández, que vio con desesperación cómo rodaba rumbo a la red. No llegó. En el camino se topó con el poste derecho. Infortunio.
El partido acabó poco después. Un empate que el propio Víctor dio por bueno, consciente de que en campos así, si no se gana hay que no perder. Es la mejor forma de mantener el latido en un viaje al que le quedan muchas etapas, casi todas espinosas.
Ficha técnica
CD Mirandés:
Raúl Fernández; Hugo Rincón, Tomeo, Tachi, Juan Gutiérrez, Julio Alonso; Reina, Gorrotxategi, Lachuer (Homenchenko, 83); Roca (Calvo, 68) y Panichelli.
Real Zaragoza:
Poussin; Calero, Lluís López, Vital, Tasende; Keidi Bare (Francho, 68), Aguado (Marí, 86); P. Sans (Adu Ares, 46), Soberón (Azón, 46), Liso; y Bazdar (Moya, 68).
Goles:
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Árbitro:
Ais Reig (Comité Valenciano). Amonestó a Keidi Bare (7), Hugo Rincón (62), Tachi (67) y Calero (93).
Incidencias:
Partido de la Jornada 3 de LaLiga Hypermotion 2024-25 disputado en Anduva, con 4.500 espectadores.
Puntuaciones
Poussin: 4. Dos enormes paradas lo acreditan.
Calero: 4. Muy activo y acertado en todos los lances del juego.
Lluis López: 3. Correcto y serio en todo momento.
Vital: 3. Acertado en su trabajo.
Tasende: 3. Con alguna laguna en defensa, su verticalidad le avala. Gran falta.
Keidi: 2. Una amarilla temprana lo desactivó. Limitado.
Aguado: 2. Desasistido por Keidi, sufrió en algún momento.
Pau Sans: 2. No acabó de conectar con la punta. No llegó a la zona franca.
Soberón: 2. Apagado, no encontró alimento.
Liso: 3. Siempre en la pugna, no halló senderos para progresar.
Baztar: 2. Acorralado, no consiguió conectar con los suyos.
Azón: 4. Dinámico y presente. Casi logra un gran gol. Lástima de poste.
Adu Ares: 1. Muy desorientado. No pudo jugar.
Francho: 2. Cumplió con su activa presencia.
Toni Moya: 2. Cuando entra en el campo se nota su orden.
Marí: S.C.
por arrúa 10 (Real Zaragoza, Aire Azul)
@japbello
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