Hugo Ortiz: ¿Adivinanzas fiscales?
El SAT, como Silvestre en las caricaturas de Piolín, a veces actúa con buenas intenciones —cumplir con su función de fiscalizar— pero su falta de comprensión, la complejidad de sus procesos o ambas cosas terminan, en ocasiones complicándole la vida al contribuyente de una manera casi fatal. Al igual que Silvestre, que en su afán por atrapar a Piolín acaba cayendo en sus propias trampas, el SAT a menudo crea reglas o procedimientos tan complicados que, sin querer, lleva al contribuyente a situaciones de estrés, desesperación y hasta errores involuntarios.
No dudo, estimado lector, que usted haya sido víctima de este tipo de situaciones que, como diría Franco Escamilla: “parece chiste, pero es anécdota”. Acompáñeme a recordar algunas de estas tragicomedias fiscales.
Un caso típico, más común de lo que nos gustaría, es la presentación de las declaraciones de impuestos. El contribuyente, después de haber determinado los impuestos que le corresponde pagar, entra al portal del SAT para presentar la declaración. Sin embargo, ¡oh sorpresa!, la información precargada no es correcta.
Con la finalidad de “facilitar” el cumplimiento de las obligaciones fiscales, desde hace varios años, la autoridad precarga cierta información en las declaraciones. Sin embargo, a veces lejos de ayudar, estorba. Hay casos donde no se puede corregir dicha información, lo que convierte el proceso en un juego de adivinanzas. Hay que adivinar si tal vez borrando el historial y eliminando las cookies se soluciona el problema, o cambiando de navegador, incluso de computadora, mágicamente aparezca la información correcta.
Después de haber agotado todas tus opciones, es momento de “jugar en equipo”: llamarle al compadre, al colega, al que tiene “contactos”, incluso al cuate que solo recuerdas que existe cuando nada de lo anterior funcionó. Todo esto con la esperanza de saber si ellos resultaron victoriosos en el juego de las adivinanzas. Y, tras horas de investigación, descubes que todos, han sido derrotados en este cruel juego de adivinanzas fiscales.
Estimado lector, si está pensando: “¿Por qué no hablar al SAT y pedir ayuda?”, lamento decirle que esa tampoco es una opción viable. Los contribuyentes ya conocen la respuesta a esa adivinanza: “Borre el historial, elimine las cookies, utilice el explorador X” Después de responder: “ya hice todo eso”, la típica respuesta es: “Intente más tarde”
Y como dice la canción: “El tiempo pasa” y como dice otra canción “Aquí todo sigue igual”. Así es, en ocasiones son horas, en otras son días los que el contribuyente debe esperar para que la autoridad cargue la información correcta y pueda cumplir con sus obligaciones tributarias.
Quizás esté pensando: “Un poco de adrenalina para el contador no está de más”. El problema es que no solo esta en juego la salud del contador, sino también el bolsillo del contribuyente. Al no presentarse a tiempo será sujeto de recargos por pagar fuera de plazo.
Peor aún, hay ocasiones donde el contribuyente no corre con tanta suerte. El tiempo pasó y todo siguió igual. Ante esto, algunos deciden presentar la declaración con la información disponible para cumplir en tiempo y evitar sanciones de parte de la autoridad, dando margen a que la autoridad actualice la información para, más delante, presentar una declaración complementaria con los datos correctos.
Quizás le parezca que esto es el extracto de una novela de ficción, pero no: es uno de los capítulos de la vida real donde “Contribulín”, lucha por no ser presa de “Fiscalestre”.
Aunque la función del SAT es la recaudación de impuestos, es importante evitar que su torpeza y la burocracia excesiva se conviertan en trampas que asfixien a los contribuyentes. Si Silvestre entendiera mejor a Piolín y su entorno, la historia sería diferente.
Al igual que en las caricaturas, la persecución desmedida no solo no logra su objetivo, sino que pone en peligro al pequeño contribuyente que, como Piolín, solo busca sobrevivir en un mundo que ya de por sí es bastante complicado.
Contacto: huorsa@ortizgarza.com.mx
Historias de impuestos bien contadas