La ciudad de
Helena, en Montana, posee una de las
reservas de oro más grandes de Estados Unidos. Allí, millones de
cazatesoros han hecho resonar sus picos, en busca de un preciado trozo de la madre naturaleza
que cambie su vida por completo, tal y como la conocían instantes previos al
coup de grâce milagroso. Varias generaciones, sin descanso, han edificado toda una vida a la espera de que el Dios preciado al que el patriarca esperanzador de la familia encomienda su suerte
dicte sentencia, de buena manera. Años más tarde, el elemento más preciado de los últimos tiempos en la ciudad de la tierra de la Libertad irrumpió al más puro estilo de su ciudad natal:
desde lo más profundo, y con un brillo abrumador.Seguir leyendo...