Historia de un okupa
Nunca hubiera imaginado que mi destino en España iba a ser éste, pensó mientras iba a paso ligero a la farmacia. El dolor de cabeza se había hecho insoportable y no había tenido más remedio que salir del piso para comprar un analgésico que lo aliviara. No era conveniente dejarlo tanto tiempo vacío porque los anteriores okupas, incapaces de darse por vencidos, seguían rondándolo, pero a veces no queda más remedio que arriesgarse. Con esa migraña no servía para nada, se le habrían metido dentro cuando hubieran querido. Diez minutos y estoy de vuelta, se dijo a sí mismo. Andab ...