Que paguen los clubes de fútbol
¿Por qué la Fuerza Pública tiene que atender los partidos de fútbol, en especial los de mayor riesgo? ¿Por qué, con el esfuerzo del pueblo que paga los impuestos, debemos responder ante los desmanes y la poca disciplina de las barras violentas en un país con más de 1.000 homicidios y barrios peligrosos donde urge la presencia policial? ¿Por qué, si los grandes equipos facturan y sus salarios son millonarios, deben enviarse decenas de policías a calmar los desafueros? Cada equipo debe pagar su propia seguridad y no dejar entrar a quienes inciten a la violencia. O es deporte limpio y sano, o es un espectáculo para las pequeñas bandas cuyo interés es el pleito callejero.
Mario Valverde Montoya, San Rafael de Montes de Oca
Política y caprichos
Incómoda posición para Mario Redondo fue verse obligado a hablar ante su comunidad a favor de la construcción del urgente hospital que el gobierno de su exasistente Laura Fernández se empeña caprichosamente en no construir. Fue muy débil su reclamo, pero al menos se manifestó. ¡Estos políticos!
Freddy Pacheco León, Heredia
Ataques y más ataques
Rodrigo Chaves no solo manifiesta con orgullo lo del FEES, sino que lo hizo en la sesión solemne del 15 de setiembre en el Parque Nacional. El día anterior, además, tuvo el atrevimiento de atacar a los cartagineses y su sueño de tener un hospital nuevo, culpando al Tec por no ceder sus terrenos para construirlo.
No le basta con su falta de respeto hacia un día tan importante para la independencia que celebramos. Curiosamente, muchos de sus subalternos posiblemente son graduados de las universidades estatales y ocupan puestos influyentes.
Me da vergüenza ajena ver cómo aprovecha todo estrado para hacer su campaña de popularidad, que de paso ha ido disminuyendo, ya que muchos que le dieron el voto han abierto los ojos.
Silvia Vargas Vega, San José de la Montaña
Basta de falsedades
Resulta insoportable la falta de respeto del presidente, su lenguaje soez y su desprecio por las opiniones que no respaldan sus falacias. Nunca en la historia de la Segunda República habíamos tenido un gobernante de tan poco talante, ordinario y autoritario, que ha creado un imperio de falsedades, y que pasará a la historia por haber logrado que nadie crea en nada. Respétese a usted mismo y empiece a gobernar.
William Murillo Montero, La Asunción de Belén
Universidades públicas
Hace 70 años se discutió brevemente sobre el financiamiento de las universidades públicas. Aunque el asunto no pasó a más, la inquietud no desapareció de mi memoria. Cuando finalmente se aprobó el funcionamiento del primer centro de estudios superiores, el ministro de Educación nos advirtió o solicitó, entre otras cosas, que no pidiéramos dinero al gobierno porque no había fondos.
Sus peticiones me parecieron razonables. Hoy, 52 universidades privadas funcionan sin ayuda estatal y, en conjunto, han tenido en algún momento más estudiantes que las universidades públicas.
Si a cada graduado se le obliga por ley a pagar ¢10.000 al año (menos de ¢1.000 mensuales) hasta su muerte, se recaudaría una inmensa suma, más que suficiente para financiar las universidades públicas y terminar las discusiones sobre el FEES.
Guillermo Malavassi Vargas, Curridabat
Cambio demográfico
En estos días, La Nación nos ha informado sobre un informe actuarial sobre el régimen de pensiones del IVM, y uno de los elementos que más presionan su sostenibilidad es el envejecimiento de la población. El asunto merece recordar que el cambio demográfico y sus consecuencias fueron advertidos en diversas instancias, como en el Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010, hace más de 17 años. También se mencionó en la Memoria anual de la Contraloría en el 2010, con datos de un estudio de Luis Rosero y Pamela Jiménez.
La Organización Panamericana de la Salud hizo lo propio en el 2011 y fue enfática en el impacto del cambio demográfico en los sistemas de salud y pensiones, y en la urgencia de tomar acciones. Así, el problema no está en el envejecimiento, sino en que los responsables tomaron la decisión de no hacer nada.
Jorge Herrera Fernández, Alajuela
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