Real Madrid - Stuttgart (3-1): Todo empieza con Courtois
Un Real Madrid que crece, un Real Madrid que duda; un Real Madrid que ataca, un Madrid que no defiende; un Madrid que corre, un Madrid que se desordena; un Madrid de balones rápidos, un Madrid que no encuentra la manera de pasar por el centro del campo. Todo eso sucedió en el partido contra el Stuttgart, el comienzo de la nueva Champions y en el que se vio al equipo blanco de esta temporada: un conjunto que da la pinta de estar en construcción, cuando sus cambios no han sido tantos, que tiene mucho potencial, pero que le cuesta mucho sacarlo a relucir. Le sobra potencia, le falta fútbol pausado, tejer en el centro del campo y eso lo acaba pagando. Aunque al final lo salve.
El Stuttgart, sorprendente subcampeón de la Bundesliga, se puso a jugar en el Bernabéu nada más comenzar el partido y los jugadores de Ancelotti no sabían qué hacer: ni presionaban ni se echaban atrás, en lo que ahora se denomina bloque bajo y el Stuttgart tocaba y tocaba, el clásico toco y me voy, que se lleva haciendo desde que el fútbol el fútbol, que tan fácil parece, tan buenos resultados da y tan pocos equipos son capaces de llevarlo a cabo. Fue una sorpresa ver jugar al equipo alemán así en el Bernabéu, el estadio que tanto impresiona a los novatos y más en jornadas europeas. Pero no tuvo miedo, y durante muchos minutos, jugó con más personalidad que el Real Madrid.
Si no marcó antes que el actual campeón fue porque Courtois no es un portero normal ni siquiera extraordinario: está por encima de eso, un nivel más alto de lo extraordinario. Despidió la Champions anterior salvando al Real Madrid en la primera parte contra el Borussia y empezó la nueva competición parando cuatro jugadas de mucho peligro en apenas veinte minutos. La otra, tras un rechace en Carvajal, dio en el larguero. El Stuttgart podía ir goleando cuando el partido acaba de empezar.
Si el partido cambió fue porque hubo un momento en el que Courtois se enfadó de verdad. No se pueden hacer milagros todo el rato (como se vio en el gol que recibió ya en la segunda parte) y tras otra parada salió corriendo del área con cara de pocos amigos, dispuesto a echar la bronca al siguiente que no se pusiera las pilas.
Cambió el Madrid, por fin. Sobre todo porque Bellingham empezó a desplegarse y a dar sentido al centro del campo, esto que tanto necesita este equipo. Rodrygo hacía daño por la derecha y Mbappé empezaba a llegar al área con decisión y cañonazos. No es el Madrid más ortodoxo, pero también vale para salvar situaciones complicadas. Así quitó el protagonismo al equipo rival, tuvo la pelota y ya el partido se jugó más cerca del otro área. Se nota que a este Madrid lo que le gusta es correr, espacios abiertos, con el rival más cansado. No va a ser un equipo que maneje con paciencia la pelota porque la sangre, la juventud y la potencia de los futbolistas le pide otra cosa. Quiere correr, como se vio en el tercer gol, el de Endrick. Así que los partidos se suelen transformar en un toma y daca, que no sería la primera vez que pasa en el Madrid, pero le sí que le cuesta más terminar siendo el vencedor.
Ni siquiera el gol de Mbappé, a los 20 segundos del segundo tiempo, sin que el rival tocara la pelota, dio tranquilidad a los locales. Fueron los mejores minutos, con más espacios, más velocidad, con Militao en la defensa, sin Lucas y con Carvajal en su sitio. Pero no duró todo lo que debía durar. Con un gol, el Stuttgart debía pedir clemencia, pero siguió a lo suyo, volvió a tomar la pelota y encontró un resquicio en el muro de Courtois.
Ancelotti hizo cambios, pero el fundamental fue la salida de Modrid. Es Rodrygo quien saca los córners. Con Luka en el campo, ya no. Fue Luka quien puso el balón en la cabeza de Rüdiger y el Madrid puede no saber muy bien lo que quiere, pero gana