Cinco jornadas llevamos de Liga y se pueden contar con los dedos de un pie los árbitros que no lucen algún escándalo en su haber. Esto sí que es un clásico y no el de merengues y culés, con o sin Negreira y otros presuntos de por medio. No es que los aficionados los pongan bajo sospecha, es que son ellos los que la avivan con la interpretación prêt à porter del reglamento o con la dejación de funciones que supone el dejar en manos de un colega, el del VAR, decisiones que le corresponden al del campo. Los equipos sevillanos figuran en la lista de estupefactos ante la deriva de los silbadores. Si en el partido del Real Betis...
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