«Llevo seis años callado y tengo ganas de hablar y contrarrestar las tonterías que hay que escuchar», dijo el nuevo ministro Óscar López en su toma de posesión, el momento más inoportuno para mostrar el hacha de guerra en un país harto de la mediocridad agresiva de unos políticos que viven de espaldas a las auténticas preocupaciones de los ciudadanos. Casualidad o no, el otro Óscar (Puente) lleva despachándose a gusto convirtiéndose en el insultador oficial que se siente ofendido porque algunos lo han puesto frente al espejo. No es una sorpresa sino un escándalo el último alegato del inquilino monclovita aseverando que avanzará en su agenda política «con o sin el concurso del poder Legislativo», una propuesta programática que... Ver Más