El cine colectivo de la España vaciada: 'La tierra de nuestras madres'

«Estamos mezclando cosas incompatibles, estamos poniéndole puertas al campo», manifiesta la directora de 'La tierra de nuestras madres', Liz Lobato , que este martes proyectó su película colectiva en el Festival de Cine de Madrid - PNR. La cineasta manchega logró reunir a todo su pueblo para relatar la venta total de Villacarrizo -nombre ficticio de Villacañas- a manos de capitales asiáticos, favorecidos por una política nacional que se desentiende de los suyos. «La gente rural está siendo ocultada», sentencia, mientras cuenta los pormenores de su obra para ABC. Tras un aparente costumbrismo, la película esconde la crítica «de los paletos con honra» ante la agroindustria que los magulla. La mayoría de los actores no son profesionales, con la notable excepción de Saturnino García, quien, a punto de cumplir 90 años, «entrega toda la sabiduría que le dio su origen». Provista de la misma experiencia, es una cabra negra quien va relatando la resignada vida en Villacarrizo. Comenta la directora que su madre de 93 años puso voz al animal narrador, que funge como testigo omnisciente de los sucesos. La cabra Eulalia habla y también participa como personaje, pero ningún vecino se asombra. La idea surge en 2008 y va envejeciendo con maduro detenimiento. Después de ver el documental francés 'Planeta en venta', y de estudiar «las expulsiones que produce la globalización», Liz concreta su proyecto. Empieza un rodaje en el que todo el equipo técnico se aloja y convive en las casas de los vecinos-actores, quienes tenían la misión de plasmar un futuro más o menos lejano donde el dinero pudiese liquidar pueblos enteros en España. Sin embargo, recuerda la cineasta -y licenciada en filosofía- que el mismo día del preestreno en Málaga, salía al mercado todo un poblado segoviano en oferta. Cuando presentó la película en Mar del Plata, hubo un momento que la interpeló y que evidenció lo universal en este relato autóctono. «Muchas mujeres lloraban, pero no de emoción ni nada parecido, lloraban de rabia. Me sacudían y me gritaba, ¿Cómo hacer para tocar la campana?», en alusión a una escena de insurgencia de los habitantes de Villacarrizo. Es, pues, un llamado a despertar conciencias. Saturnino García comenta para ABC: «En el campo español hay bastantes Rosarios -su rebelde personaje en la película- hay mucha valentía en el bagaje cultural de lo rural». Aún así, no es su contenido social lo que hace única a 'Tierra de nuestras madres', es lo entrañable de la historia y el desenfado apartidario con el que se trata la cuestión. «Todo está envuelto en sorna manchega. Es un reírse de tu sombra. La ironía es lo que hace que sobreviva la gente». Liz Lobato abjura de «la tiranía de la felicidad», del tener que mostrarse siempre alegre. Y es esa la línea discursiva que rige en su reciente producción. La película se presentó en el festival de cine de Madrid este martes a las 18 horas en la sala Azcona de Cineteca.