La Reserva Federal de Estados Unidos sorprendió ayer en Washington al anunciar lo que dos presidentes seguidos le llevan pidiendo: que bajara los tipos de interés. Y no lo hizo de forma discreta, sino que los redujo en medio punto porcentual . Es la primera vez que la llamada Fed, el banco central norteamericano, baja tipos desde marzo de 2020 . Esto significa que sus directores, arquitectos de la política monetaria de la primera potencia mundial, tienen confianza en que la economía va bien y es hora de fomentar el endeudamiento y, por tanto, el gasto. A partir de ahora, los tipos están en el rango de entre 4,75% y 5% . Será más barato fraccionar los pagos en las tarjetas de crédito, comprar un coche a plazos o adquirir una hipoteca. Una bajada tan ambiciosa –los mercados esperaban que fuera de un cuarto de punto porcentual– se la permite la Fed porque la inflación ha caído mucho desde su pico del 9,1% en plena pandemia, julio de 2022. Semejantes niveles de inflación hicieron cundir el pánico en la Casa Blanca. El precio de la bolsa de la compra se disparó: manzanas a más de dos dólares (un euro son 1,12 dólares al cambio de ayer); aguacates a más de tres dólares el kilo, o una docena de huevos a cinco dólares. Eso llevó a la Fed a subir tipos tras una larga etapa de congelación. Después de mantenerlas a mínimos absolutos durante la pandemia, la Fed comenzó a subir esas tasas en marzo de 2022 para combatir la alta inflación, llevando el rango de las tasas a entre 5,25% y 5,50% para mediados de 2023. Eso hizo temer a la Casa Blanca que en pleno año electoral de 2024, la economía entrara en recesión. Una recesión, técnicamente, es cuando la economía de un país experimenta una caída en su actividad durante al menos dos trimestres consecutivos, medida principalmente por el Producto Interno Bruto. A punto estuvo, según los analistas, pero finalmente el crecimiento ha despegado. En el segundo trimestre de este año, EE.UU. creció a un ritmo anualizado del 2,8% , superando las expectativas de los analistas, que pronosticaban apenas un 2,1%. Este crecimiento fue impulsado principalmente por el aumento en el gasto de los consumidores. Además, el gasto del gobierno, especialmente en defensa, también contribuyó a este crecimiento. Las guerras en Ucrania e Israel, y la ayuda de EE.UU. a ambas, tienen que ver con eso. A esto se añade que en agosto la inflación mostró signos de estabilidad: aumentó un 2,5% en términos anuales, dentro de lo que el Gobierno entiende razonable. Eso ha llevado a esa bajada de medio punto porcentual, algo tan poco frecuente que de los 12 directores de la junta de política monetaria uno se ha opuesto. Se rompe así más de un año de unanimidad en las decisiones de este banco central. Eso sí, los mercados reaccionaron con una euforia apenas contenida. Inmediatamente después del anuncio, el Dow Jones creció 300 puntos, un signo de lo bien que sentó semejante recorte. Después ese aumento se contuvo, a medida que el presidente de la Fed dijo que no puede prometer más bajadas antes de que entre el año próximo. Otra de las razones es el desempleo, que empieza a aumentar de una forma que preocupa mucho aquí en Washington. La tasa de paro ha aumentado del 3,7% de enero al 4,3% de julio, la más alta desde el otoño de 2021. El mes pasado, bajó ligeramente al 4,2%, pero los funcionarios de la Reserva Federal no creen que baje más. Bajar tipos significa tratar de dinamizar el consumo, el sector servicios y, por tanto, el mercado de trabajo. Según el presidente de la Fed, Jerome Powell, no es este momento de temer por el mercado de trabajo, pero es mejor estar preparados. «Se piensa que el momento de apoyar el mercado laboral es cuando está fuerte y no cuando comienzan los despidos. No creemos que sea necesario ver una mayor flexibilización en las condiciones del mercado laboral para reducir la inflación al 2%», dijo en conferencia de prensa.