En las manos de mi hermana veo las del viejo. Son idénticas: huesudas, de dedos afilados, con los nudillos sobresalientes como cáscaras de nuez y atravesados de venas prominentes. Las mías también se parecen, y las de mi hermano. De los tres, soy el que físicamente más se acerca a él. No puedo negarlo cuando me observo al espejo, pero de lo que más orgulloso me siento en el parecido es en las manos. Desayuno frente a mi hija y observo sus manos: se parecen a las de mi hermana, más incluso que a las mías. Mucha gente les encuentra parecido, a mi hermana y a mi hija. También encuentra parecidos entre mis dos hijos, aunque yo no les veo...
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