Pioneros de los parques nacionales
El 23 de agosto se celebró el Día de los Parques Nacionales y cada año se festeja en alguna de las áreas protegidas. Este año fue en el Parque Nacional Volcán Miravalles Jorge Manuel Dengo.
La actividad se llevó a cabo en Guayabo de Bagaces, a la sombra del gigantesco macizo volcánico silencioso, en una fecha muy digna de celebrar.
El prestigioso compromiso ambiental de Costa Rica se cristalizó en la creación de los parques nacionales y otras áreas silvestres protegidas en la década de los setenta, durante el último gobierno de José Figueres Ferrer.
En 1973 se estableció por ley el Servicio de Parques Nacionales (SPN) en el Ministerio de Agricultura y Ganadería (paradójicamente), y en todos los gobiernos siguientes se fueron agregando más y más áreas protegidas.
Tan rápida expansión fue posible gracias al fuerte liderazgo del biólogo Álvaro Ugalde Víquez y del agrónomo Mario Boza Loría, quienes durante los siguientes gobiernos compartieron la dirección del SPN y forjaron aliados, nacionales y extranjeros, biólogos y otros académicos que coincidíamos en la urgencia de proteger la naturaleza con gran celeridad, porque sonaban las motosierras.
Lo cierto es que, a mitad del siglo XX, con la nueva y poderosa tecnología de las motosierras, ¡Costa Rica se convirtió en uno de los principales deforestadores del bosque tropical en el mundo!
A mitad de la década de los ochenta, se había deforestado más de la mitad del bosque primario (tal vez hasta un 70 %) para agricultura, pastos, ganadería, desarrollo urbano e industrial, etc. La urgencia entonces era preservar áreas silvestres representativas de todos los diferentes ecosistemas terrestres en el país antes de su extinción.
El resultado fue la rápida creación, mediante decretos y leyes, de muchos parques nacionales y áreas silvestres protegidas representativas, pero casi todas sin sustento económico definido para pagar a los legítimos dueños de las tierras, quienes ejercían enormes presiones sobre los gobiernos al no recibir su debida remuneración.
Mario y Álvaro promovieron entonces la creación de la Fundación de Parques Nacionales (FPN), a principios de los años ochenta, con el fin de buscar donaciones externas para el pago de tierras.
Mario fungió como su primer presidente. Otros miembros de la primera junta fueron Álvaro, desde luego (director del SPN entonces); Luis Diego Gómez, botánico de la Universidad de Costa Rica (UCR); el arquitecto José María Rodríguez y uno de los autores, así como cinco miembros ad honorem, como requiere la ley.
La meta de la Fundación era buscar donaciones en Estados Unidos, Canadá y países nórdicos, y colaborar con instituciones ambientalistas como el Fondo Mundial para la Naturaleza y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, entre otras.
Logró, durante los ochenta, obtener cuantiosas donaciones y con ello pagó terrenos y fincas que se traspasaban al Minae en una ceremonia anual publicitada. Álvaro dirigió, con apoyo de The Nature Conservancy (TNC), una campaña muy exitosa que presentaba a Costa Rica, su naturaleza y sus esfuerzos de conservación apasionadamente.
También, en alianza con la Organización de Estudios Tropicales, obtuvo donaciones por unos $5 millones del ámbito académico estadounidense para pagar las tierras de una extensión del Parque Nacional Braulio Carrillo hacia la estación biológica La Selva en Sarapiquí, a 70 metros sobre el nivel del mar.
La extensión protege un gradiente altitudinal de bosque primario de gran importancia biológica demostrada, con la identificación de especies que requieren todo el gradiente para completar su ciclo de vida.
La Fundación participó activamente en las conversiones de deuda por naturaleza en los noventa, que introdujeron recursos frescos a las áreas protegidas durante muchos años.
Actualmente, Costa Rica protege un 26 % del territorio en parques y otras áreas dentro del Sinac, áreas que se establecieron antes de que apareciera el “ecoturismo”, un tipo de turismo que Costa Rica ayudó a inventar, de gran impacto social y económico, sin que fuera previsto entonces.
Hoy queremos celebrar la vida de los dos pioneros que, tristemente, se han ido. Álvaro fue el primero, en el 2015, y más recientemente Mario, en el 2021. Para los amantes de la naturaleza, es hora de que nuestro país reconozca la deuda que tenemos con dos líderes insustituibles y designe algún área protegida —tal vez un parque nacional— en su memoria.
Ojalá antes de que se nos olvide y no queden testigos presenciales de sus contribuciones. Pues, como advierte el poeta Benedetti, “el olvido no es victoria sobre el mal ni sobre nada, y sí es la forma velada de burlarse de la historia”.
pleonazofeifa@gmail.com y rgamezlobo@gmail.com
Pedro León y Rodrigo Gámez son biólogos.