La Guardia Civil localiza una yegua que ingería sus propios excrementos por falta de comida
La Guardia Civil de Gran Canaria ha investigado a dos personas por la presunta autoría de un delito contra los animales, al localizar en unas cuarterías del Lomo de La Herradura del barrio de Tamaraceite un caballo cuya vida corría peligro, así
como los restos de otro equino fallecido.
La investigación se inició a raíz de la aportación de una serie de datos por parte de la colaboración ciudadana, en la que informaban al SEPRONA de la Comandancia de Las Palmas de la existencia de un caballo que se encontraba
en mal estado y la posible muerte de un segundo en una granja próxima al barrio de Hoya Andrea del término municipal de Las Palmas de Gran Canaria.
Los agentes se trasladaron hasta el lugar, donde se verificó el mal estado de un caballo y la posible muerte de otro. Solicitaron la intervención de un técnico veterinario de la Dirección General de Ganadería del Gobierno de
Canarias.
Durante la inspección, se encontró una yegua de color marrón en un estado de delgadez extrema, rodeada de excrementos, sin alimento y con solo un poco de agua sucia. En el transcurso de las gestiones para localizar a los propietarios, se observó a la yegua comiendo sus propios excrementos.
Los responsables del animal fueron localizados y uno de ellos se presentó en el lugar; dijo que una segunda yegua de pelo blanco había sido regalada a una persona desconocida. Además, alegaron que la yegua en mal estado estaba en recuperación de una enfermedad, aunque sin supervisión veterinaria.
La falta de coherencia en las declaraciones de los responsables, levantó sospechas a los agentes, por lo que al insistir sobre la situación de la yegua desaparecida, se reveló que había muerto hacía tiempo y que sus restos habían sido enterrados en un estercolero cercano.
La Guardia Civil excavó en el lugar señalado donde encontraron huesos de gran tamaño y pelo blanco, que fueron identificados como compatibles con los de un equino adulto. Ante la gravedad de la situación, se tomó la decisión de intervenir cautelarmente la yegua que aún estaba viva, para asegurar su tratamiento en una clínica veterinaria.
Los informes veterinarios y la investigación posterior llevaron a la conclusión de que los propietarios y cuidadores de los caballos podrían haber incurrido en un delito contra los animales.
correspondientes.