Los ataques israelíes debilitan la capacidad de contragolpe y disuasión de Irán
Los recientes bombardeos de Israel sobre Irán causaron pocas víctimas, pero ocasionaron importantes daños tácticos en instalaciones militares que debilitan la capacidad de contragolpe y disuasión de la República Islámica, señalan distintos expertos.
El pasado sábado, Israel lanzó ataques aéreos en respuesta a los misiles lanzados por Irán contra su territorio el 1 de octubre. Esta acción de Teherán replicaba a su vez el asesinato de los líderes de sus aliados Hamás y Hezbolá.
Aunque Irán minimice sus consecuencias, este último episodio en la escalada bilateral es significativo para los analistas occidentales consultados por la AFP: los bombardeos golpearon tanto sus defensas aéreas como su capacidad de ataque.
"Israel usó unos 100 aviones de combate y posiblemente sistemas de drones", afirma el instituto estadounidense Hudson. "En tres oleadas, las fuerzas armadas israelíes atacaron las capacidades de producción de misiles y la arquitectura de la defensa aérea" iraní, continúa.
Fabian Hinz, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), señala que la acción israelí golpeó tres de los cuatro puntos de producción de combustible sólido que usa Irán en sus cohetes y misiles.
Israel "deliberadamente apuntó a un paso crucial del proceso de fabricación que tendrá importantes consecuencias en la producción de misiles", explica a la AFP.
Los ataques también destruyeron los sistemas antiaéreos rusos S-300 y los radares de largo alcance.
"Responsables estadounidenses e israelíes confirmaron que los ataques dejaron inutilizables los S-300" y dañaron los radares que Teherán presenta "como capaces de detectar misiles balísticos y aviones furtivos", dijo el American Enterprise Institute en Washington.
- "Carrera contra el reloj" -
Israel había atacado previamente a grupos proiraníes en Irak y Siria, en paralelo a su ofensiva en Líbano contra Hezbolá, otro aliado de Irán.
Este último disponía de misiles de largo alcance que le permitían defender las instalaciones nucleares de su aliado, pero sus capacidades han decaído.
"El movimiento disuadía a Israel y ya no es el caso", dijo Fabian Hinz.
De esta forma, Israel ahora puede golpear más fácilmente instalaciones energéticas o militares de Irán, su archirrival con una poderosa industria de defensa con el que está condenado a enfrentarse.
"Hay una carrera contra el reloj entre Irán, que debe producir el máximo de misiles balísticos suficientemente precisos y eficaces, e Israel, que debe producir o comprar a Estados Unidos el máximo de misiles antimisiles", resume Pierre Razoux, director académico de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos.
"El primero que se quede corto de municiones se encontrará en una situación de vulnerabilidad muy grande", agrega.
El pulso adquiere una dimensión planetaria. Irán espera los cazas Sukhoi Su-35 prometidos por Rusia hace 18 meses y debe reabastecerse de S-300 o de su versión más avanzada, S-400.
- Pocas opciones buenas para Irán -
Pero la negociación es incierta. Teherán entregó a su aliado drones Shahed para la guerra en Ucrania. Pero Moscú ahora moviliza todo su arsenal y su industria de defensa para apuntalar esta operación.
Y si Rusia no entrega estos cazas y estas baterías antiaéreas, "Teherán realmente no tiene medios de defender correctamente su espacio aéreo", afirma Razoux.
De su lado, Israel cuenta con el apoyo de Estados Unidos que, de todos modos, es reticente a dejar que ambos países se hundan en un enfrentamiento directo.
"Un examen de lo que Israel se ha abstenido de atacar es importante para comprender las implicaciones geopolíticas de los ataques", subraya el instituto Hudson.
"El peso de la administración (del presidente Joe) Biden sobre los dirigentes políticos y militares israelíes ha limitado la magnitud de los bombardeos", sostiene.
Por ejemplo, el programa nuclear iraní salió indemne. Pero en este caso, Razoux, como otros expertos, expresa dudas sobre la capacidad israelí de destruir estas instalaciones ubicadas en profundos búnkeres subterráneos.
"El programa nuclear está además dispersado en varios lugares, algunos situados debajo de grandes ciudades", afirma. Destruirlos implicaría un baño de sangre que Washington no sabría resolver.
De todos modos, la acción deja a Teherán acorralado ante un ejército israelí que, desde el ataque de Hamás que desencadenó la guerra en Gaza, ha aumentado considerablemente su "tolerancia al riesgo", considera Fabian Hinz.
Si Irán golpea de nuevo, Israel estará en una posición ideal para responder todavía más fuerte. Pero si la República Islámica no actúa, su enemigo puede entenderlo como una incitación a continuar con los ataques.
Irán "tendrá que encontrar un medio de restablecer su capacidad de disuasión y no veo muchas buenas opciones para ello actualmente", agrega este analista.
dla/cf/dbh/zm