«Llevamos dos horas en la cola y esto no avanza, nadie nos dice nada. Igual es mejor que nos vayamos andando porque estamos perdiendo un tiempo y unas fuerzas preciosos» nos dice Amparo, que ha dejado la cola en la que lleva desde las siete de la mañana para acercarse a la cabecera y ver lo que está ocurriendo. Es una de los más de cinco mil voluntarios que esta mañana han llegado a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia desde donde la Generalitat está coordinando un dispositivo de ayuda coordinada para llegar hasta las zonas más afectadas. La Generalitat, ante la avalancha de solidaridad, ya ha cubierto el primer equipo de voluntarios, y ha pedido que acudan mañana ante la respuesta ciudadana. Según el presidente de la Plataforma de Voluntariado de la Comunitat Valenciana, la cifra de voluntarios registrados asciende a 100.000. Aunque la cola apenas se ha movido, en la práctica ya han salido, desde la zona del parking, cincuenta autobuses en dirección a la zona cero. Dos mil quinientas personas, cinco mil manos, que tratarán de llegar en bus hasta los lugares más alejados de Valencia, como Catarroja, que, precisamente por esa distancia han sido a los que menos voluntarios han llegado a pie estos tres días en los que la asistencia oficial no ha existido. Llegan a la Ciudad de las Ciencias con sus propias herramientas: escobas, cepillos, palas, espátulas, azadas… También con botellas de agua cargadas en carritos de la compra. Paradójicamente, en las zonas inundadas es lo que más falta hace: agua, pero potable. Algunos aprovechan la espera para almorzar y sacan los bocadillos de sus mochilas. En otros, cunde la desesperación y se sientan en el suelo, poco confinados en que la cola avance. Los que ya consiguen superar el triaje pasan un momento al interior del edificio en grupos organizados de cincuenta o sesenta, según la capacidad del autobús. Allí les ofrecen mascarillas y guantes y siguen al líder de la organización hasta la zona en la que embarcarán camino del desastre. «No nos han dicho donde vamos», es la constante que repiten todos los que salen. Algunos no tienen paciencia y abandonan la cola. «Nos vamos andando, aquí no hacemos nada», nos dice un grupo de cinco jóvenes que a las ocho ya han decidido que llegarán por su propios medios hasta la zona de la tragedia. Tienen una hora y media de camino. Quizás sea la decisión acertada, porque a las 9:20 desde la organización comienzan a anunciar que ya hay suficientes voluntarios y les emplazan a acudir en los próximos días. Cunde el desánimo y se van retirando entre cabizbajos y enfadados. La mayoría no va a desistir de su intención y llegarán a pie hasta los lugares de la catástrofe. «Montar este operativo ya nos ha costado un montón», explican a ABC fuentes de la organización cercana a la Generalitat. «Los de la UME son unos exquisitos, si por ellos fuera todo el mundo tendría que estar en sus casas y dejarles las calles vacías para que sólo fueran ellos», añaden. «No querían de ninguna forma que organizáramos a los voluntarios para llevarlos hasta allí, y nos ha costado mucho convencerlos», se quejan. Ignacio es uno de los voluntarios que ha conseguido entrar en el cupo. Hoy cumple diecinueve años y ha cambiado la celebración por venir con un grupo de amigos de AVAST, la Asociación Valenciana de Apoyo a las Altas Capacidades, a «ayudar en todo lo que sea posible». Han pasado hora y media en la cola y cuando por fin les han asignado un autobús, caminan sonrientes hasta la zona de embarque. Al llegar, le ofrecen a cada uno una bolsa del Banco de Alimentos . Entre el plástico blanco se vislumbran bocadillos, botellas de agua y alguna pieza de fruta. Será su comida para hoy, aunque algunos tienen claro que igual los que están allí lo necesitan más que ellos: «Si ya llevo un bocadillo en la mochila», contesta un voluntario que a pesar de ello recoge la bolsa. «Allí seguro que le hace falta a alguien», concluye. Unos 100.000 voluntarios se han congregado este sábado en los alrededores de la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia para partir, en diferentes autobuses, hacia los municipios más afectados por la DANA, catástrofe que, por el momento, ha dejado 202 víctimas mortales en la autonomía.
