Francia se sigue oponiendo al acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur
El acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) vuelve a sacudir la política europea. Mientras las organizaciones agrícolas españolas, francesas y polacas vuelven a ocupar las calles en señal de protesta, el Ejecutivo comunitario mantiene la esperanza de poder sellar este pacto antes de que termine el año.
En el lado europeo, Francia se sigue oponiendo a este acuerdo comercial. Este pasado domingo, el presidente francés, Emmanuel Macron, se entrevistó con su homólogo argentino, Javier Milei, antes de la celebración del G 20 en Brasil. Tras la cita, reiteró que Francia no firmará el documento “tal y como está”.
En el bando contrario, Alemania y España presionan para que la fumata blanca llegue de una vez por todas. El acuerdo se firmó en 2019, pero su ratificación sigue pendiente. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha defendido este lunes el acuerdo comercial a su llegada a la reunión con sus homólogos europeos en la capital comunitaria. Sin señalar a Francia de manera directa, ha asegurado que “hay cierta mitología en torno a Mercosur que no me parece que se adecúe a la realidad del acuerdo ni al momento que estamos viviendo”. Según el ministro, en el caso de España tan solo se venden a Mercosur 400 millones de productos alimentarios, mientras que se importan 4.000 lo que supone una “balanza muy desequilibrada”.
Este acuerdo permitirá aumentar las cuotas de entrada a la UE de ciertos productos como carne vacuna, avícola y porcina así como miel y azúcar. Las asociaciones agrícolas europeas acusan a estos acuerdos comerciales con terceros países de abrir la puerta a competencia desleal ya que estos productos agrícolas no hacen frente a los mismos requisitos ambientales y sociales que los cultivos y carnes europeas. “Incluso con un instrumento adicional de sostenibilidad, cuyos detalles siguen siendo vagos, está claro que los países del Mercosur no están en condiciones de adoptar normas similares impuestas a los agricultores europeos. No podemos aceptar un acuerdo que penaliza a los productores de la UE por cumplir estas normas, al tiempo que permite las importaciones de países que no se enfrentan a los mismos requisitos. Además, este acuerdo corre el riesgo de fomentar el comercio de productos asociados a la degradación medioambiental y a la pérdida de biodiversidad en los países del Mercosur, especialmente en Brasil. Estas repercusiones podrían tener consecuencias devastadoras para nuestro medio ambiente y nuestra agricultura. Además, debemos tener en cuenta las implicaciones para el bienestar animal, ya que las normas aplicadas en los países de Mercosur no coinciden con las de la UE, lo que podría socavar nuestros esfuerzos por promover el trato ético de los animales”, asegura Copa-Cogeca, la organización que agrupa a las organizaciones europeas de agricultores y ganaderos.
Bruselas argumenta que, a cambio de la entrada de estos productos procedentes de Latinoamérica, también se eliminarán las tarifas arancelarias de productos europeos como el aceite de oliva, vino, frutas, hortalizas y porcino.
Los tractores han vuelto a ocupar las carreteras francesas, lo que pone a Emmanuel Macron en un difícil aprieto. Tras los malos resultados de las elecciones europeas, su debilidad interna ha hecho también que su capacidad para vetar el acuerdo en la esfera europea haya disminuido. En los pasillos comunitarios, se confía en que acabe dando su brazo a torcer si consigue algunas mejoras y el objetivo sigue siendo que la fumata blanca tenga lugar durante la cumbre de Jefes de Estado Mercosur que tendrá lugar en Montevideo (Uruguay) en diciembre, siempre y cuando esta cumbre del G 20 en Brasil acabe allanando el camino.
España pretendía que la firma de este pacto se produjera durante la presidencia española del Consejo de la UE que tuvo lugar entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de 2023, pero no fue posible. Fuentes diplomáticas consideran que la firma de este acuerdo comercial debe ser una señal en momentos espacialmente turbulentos. En junio de 2023, la Comisión Europea presentó una nueva estrategia que busca contrarrestar la creciente influencia de China en la región. En los últimos años, el gigante asiático ha multiplicado sus inversiones en sectores estratégicos de Latinoamérica, hasta el punto de poner en marcha una nueva ruta de la seda.
En este nuevo interés por América del Sur cobran especial importancia los acuerdos comerciales: Bolivia, Argentina, Chile, Méjico y Perú controlan más del 67% de los recursos mundiales de litio. Este metal resulta imprescindible para la fabricación de baterías eléctricas que sustituyan a los motores de combustión. La Unión Europea ha hecho de la lucha contra el cambio climático una de sus principales prioridades, pero depende de terceros países para conseguir materias primas.