En el pequeño departamento donde Víctor Martínez vive en solitario, el ambiente está cargado de temor. Desde hace semanas, la ansiedad es un sentimiento constante y la simple idea de ser uno de los migrantes deportados en las redadas masivas que anunció Donald Trump a su regreso a la Casa Blanca no lo deja en paz.“Es muy complicado vivir con esta situación porque mucha gente anda con miedo por todo lo que quiere hacer este señor (Trump), y ojalá,Dios le cambie las ideas. Aquí los hispanos somos los que sacamos todo el trabajo, no les quitamos el trabajo a nadie, sino que la mano de obra hispana es necesaria aquí”, confesó.Hace 23 años, Víctor dejó la Ciudad de México buscando un horizonte de oportunidades en California, Estados Unidos, y desde entonces trabajó donde pudo como obrero, mesero, ayudante de cocina y ahora combina su tiempo entre ser carpintero por las mañanas y limpiar oficinas, escuelas y comercios por las noches en la ciudad de San Diego.Desde entonces la vida de Víctor ha tenido giros inesperados, como no volver a ver a su madre y el nacimiento de sus dos hijas, que actualmente tienen 11 y 14 años, y que se han convertido en el motor que lo impulsa a generar más dinero para pagarles sus estudios y gastos personales, a pesar de que no vive con ellas después de separarse de su pareja.Esa motivación también se ha convertido su mayor temor ante las amenazas de Donald Trump:“Más que nada ahorita tengo a mis dos niñas y es mi mayor temor, que se queden solas. No quiero dejarlas desprotegidas y quiero dejarles un patrimonio en Estados Unidos para que puedan vivir mejor”.La incertidumbre de Víctor es compartida por millones de migrantes mexicanos que, aunque indispensables para la economía estadunidense, siguen siendo señalados como culpables de problemas estructurales del país.En cada rincón de esta nación, hay historias similares de valentía, sacrificio y miedo. Y aunque Trump aún no ocupa la Casa Blanca, sus palabras ya han sembrado un clima de pánico.Para Víctor, el sueño americano no es tener riqueza ni lujos. Es algo mucho más sencillo: poder quedarse donde su familia lo necesita. Su mayor temor es despertar un día y darse cuenta de que, para él, el sueño ha terminado.La angustia que siente Víctor también la comparte Daniel, un pequeño empresario de la construcción que tiene 30 años en el país.Él goza de la ciudadanía estadunidense, pero su esposa no, y la simple idea de que la puedan regresar a México y truncar su proyecto de vida juntos lo agobia constantemente.“Sería muy triste para mí, porque hemos sido unos ciudadanos que generamos trabajo y empleo en este país, y que nos quiten la vida que tenemos no sería justo después de tantos años de trabajo. Mi vida sin mi esposa no sería la misma y no podría vivir así”, dijo el mexicano-estadunidense.San Diego, la ciudad de EU con más migrantes mexicanosEstos dos casos se unen a una lista de por lo menos 4 millones de mexicanos que viven sin documentos migratorios en Estados Unidos y que serán el principal objetivo de las redadas masivas que implemente las autoridades migratorias a partir del próximo enero en Estados Unidos.De acuerdo con el Instituto de Política Migratoria de Estados Unidos, tan solo en el estado de California viven 1.7 millones de mexicanos en condición de irregulares, de los cuales 118 mil radican en San Diego, y de esta manera, la ciudad fronteriza se ubica como la sexta con más paisanos en territorio estadunidense.Pese a la gran cantidad de personas migrantes que viven en San Diego, esta ciudad aún no pertenece a la amplia lista de Ciudades Santuario que brindaron protección a los migrantes durante el primer mandato de Donald Trump entre 2016 y 2020.Esto representa una deuda pendiente por cumplir, de acuerdo con Esmeralda Flores, subdirectora de políticas fronterizas de la Coalición Pro Derechos Humanos del Inmigrante en Los Ángeles (Chirla).“Desafortunadamente no ha habido la voluntad política de hacerlo, de hecho, la ciudad de San Diego hasta hace poco tenía una oficina de asuntos migrantes que fue eliminada del presupuesto del año pasado (…) es decepcionante viendo la relación que existe entre Tijuana y San Diego, siendo una ciudad fronteriza, donde hay muchos latinos, donde contribuimos mucho a la economía. Tenemos trabajo pendiente por hacer en San Diego”, explicó.Ante el reducido apoyo que tienen los paisanos en esta ciudad, algunos de ellos afrontan la adversidad que se aproxima con mayor optimismo y entereza. Edgar Juárez, es un mexicano que tiene cinco años viviendo en San Diego, trabajó en la construcción y actualmente vende fruta preparada con sal, limón y chamoy en una esquina de la zona de Chulavista, donde los colonos asisten cotidianamente para recordar la forma en que comían la fruta al otro lado de la frontera.“Vamos a seguir vendiendo, lo que Dios quiera, nosotros vamos a seguir vendiendo hasta donde nos dejen y se pueda aquí vamos a seguir. Nosotros estamos trabajando, no estamos haciendo cosas malas, nosotros no tenemos miedo, estamos aquí echándole ganas”, aseguró el joven de 27 años.EHR