Con ustedes, Agustín y Joaquín . Maestros de la fotografía taurina cuyos nombres de pila siguen siendo objeto de incógnita para muchos de sus partidarios. Pasa con Antonio y Rafael, componentes de ' Los del Río ', y con José Víctor y José Luis, los modistos Victorio y Lucchino . De estos diseñadores ya contamos cómo se acercaron para saludar y felicitar a Morante por el rabo de la Maestranza: «Buenas tardes, maestro. No sé si me conocerá usted, pero...». «Claro que le conozco, pero no sé si eres Victorio o Lucchino», respondía el genio. Algo así sigue ocurriendo con los protagonistas de esta página taurina, a quienes todos tienen perfectamente identificados bajo una firma (Arjona) de la que son sus últimos eslabones. La cuarta generación de una saga que a través de un visor ha sabido encontrar, capturar y plasmar, como pocos, el arte de torear . Durante esta última temporada han pisado casi tantos callejones como moquetas, sobre las que han promocionado ' Aroma de Romero ', una recopilación de las mejores imágenes del Faraón de Camas desde su debut como becerrista en la extinta placita de la Pañoleta en 1954 –bastó que al ilustre Pepe Arjona (padre de Agustín y abuelo de Joaquín) le llegasen noticias de un chiquillo que toreaba bien de salón en el campo de fútbol de Camas para que fuese a conocerlo– hasta su retirada en el año 2000. Son más de 150 fotografías , muchas de ellas inéditas, que muestran a un Curro Romero íntimo en la habitación de un hotel, festivo entre los suyos o posando como modelo ante el mítico Flautino de Gabriel Rojas . Esta última fotografía es de Agustín, quien continúa relatando con todo lujo de detalles aquella faena de la que él inmortalizó un icónico desplante para que Sebastián Santos moldeara un monumento a las Bellas Artes . De 'Aroma de Romero' sólo quedan unos pocos ejemplares después de un « éxito total » allá por donde lo han llevado, especialmente en México. «La génesis fue que Curro es un torero que no se ha parecido a nadie, y al que nadie se ha aparecido. Se han hecho muchas cosas sobre él, aunque nada relacionado con este concepto de Arte». Es un reflejo de la reinvención de la familia Arjona, que lejos de anquilosarse ante los nuevos tiempos, innovaron. «Antiguamente [los toreros] te pedían 'hazme tantas copias' de estas fotografías. Y de un debut en Sevilla te compraban todo. Esas fotografías se las llevaban a los periódicos para las entrevistas y las colocaban en restaurantes o negocios», cuenta Agustín, que ilustra su ejemplo con las obnubilantes paredes de la Venta Pazo. Hoy les trabajan directamente a las empresas – entre otras, a Pagés y Lances de Futuro –, para que les sirvan el material gráfico a los medios de comunicación. Todo ha cambiado. Y, en algunos casos, acompañan a toreros. «Hemos ido con Castella, Manzanares, Emilio de Justo y, desde hace muchos años, fijos con Diego Ventura ». Próximamente recuperarán su anuario taurino (tras la pandemia sale de forma bienal), enmarcado dentro de este mismo proyecto editorial. Aunque la dinastía alcanza 110 años de fotografías taurinas –Agustín González Arjona, reconocido retratista de la Sevilla del siglo XX , llegó a fotografiar a Juan Belmonte en la Maestranza y a Joselito en la Monumental–, el reconocimiento de la firma no se alcanzó hasta la segunda mitad del siglo pasado con el recordado Pepe Arjona. Su hijo Agustín, que reconoce que en su caso « la afición a los toros está por delante de la fotografía », debutó inmortalizando una portada de ABC de Sevilla . Fue el martes 28 de agosto de 1979 cuando él tomó las imágenes de aquella ' Tarde sangrienta en la Maestranza '. Casi medio siglo en los que Agustín (como ahora Joaquín), además de lo «sangriento», ha ensalzado lo artístico. De eso va este libro, como su firma: de Arte. Posdata: Agustín está a la izquierda de la imagen y Joaquín, a la derecha. Con ustedes, los Arjona .