A vista de satélite, la imagen es inconfundible: el perfil de Barcelona se desborda más allá de los límites de su término municipal (1,7 millones de habitantes) para abarcar sus ciudades vecinas, un continuo urbano de 3,3 millones de almas –36 municipios agrupados en su Área Metropolitana (AMB)– que, mirando más allá, es en realidad núcleo y nervio de una de las grandes regiones europeas. Una conurbación de 5,1 millones de habitantes que vertebra el arco de progreso que se traza desde el Garraf hasta el Maresme pasando por el Vallès, la 'gran Barcelona' que aglutina, únicamente dentro de los límites de la AMB, el 55% del PIB catalán, el 45% de su tejido productivo y el caudal principal de las exportaciones españolas. En definitiva, un motor de España que, tras una década de zozobra, reclama ocupar de nuevo su lugar entre las metrópolis españolas y europeas más dinámicas. No han sido años fáciles. Las tensiones derivadas del proceso soberanista no únicamente tuvieron impacto en lo político y en lo institucional, no hace falta extenderse en el quebranto que ello supuso, sino que se acabaron contagiando al conjunto de la sociedad y la economía, en una merma difícil de estimar pero que ya se define coloquialmente como de década perdida. De alguna forma, los años del 'procés' fueron un sumidero por el que se echaron a perder oportunidades y energías, y que únicamente el dinamismo de la sociedad civil , vista aquí desde su perspectiva más amplia –empresas, universidades, centros de investigación, instituciones culturales...–, consiguió atenuar. Si a esta realidad se le suman cualidades inherentes, como su ubicación geográfica o su atractivo internacional –claves para la captación no solo de turistas sino también de talento e inversiones–, permiten concluir que la 'gran Barcelona' puede, y debe, pasar página de unos años para el olvido, en beneficio no solo de su propio progreso sino del de Cataluña y del conjunto de España. Hay que afrontar muchos retos en una labor que casi podría definirse como de reconstrucción: educación, vivienda, infraestructuras... Pero también, y eso es algo que el frágil equilibrio que define la realidad política catalana no permite dar por sentado, consolidar el clima de normalidad institucional que los cambios al frente de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona parecen estar propiciando, siempre, no puede ser de otra manera, dentro del principio de lealtad a la Constitución que debe guiar a todos los poderes del Estado. Barcelona, como motor de España y gran metrópolis europea, no se merece otra cosa. 'Barcelona, motor de España' Director: Julián Quirós. Coordinación: Àlex Gubern y Juan Carlos Valero. Redacción: Rodrigo Alonso, Esther Armora, Patricia Biosca, Angie Calero, Sergi Doria, Sergi Font, Pep Gorgori, Judith de Jorge, Carlos Maribona, David Morán y Javier Palomo. Diseño: Isabel del Álamo. Edición gráfica: Matías Nieto. Directora general: Ana Delgado Galán.