Navidad con vistas a la Torre Eiffel
Si hay una capital europea que brilla con luz propia al
llegar la Navidad, ésa es París. Por algo es conocida como la “ciudad de la
luz”. En realidad, el origen de este apodo es algo menos romántico: el
apelativo de “Ville lumière” se remonta a principios del siglo XIX, cuando se
convirtió en la primera localidad de Europa en utilizar lámparas de gas en el
alumbrado público. Sin embargo, cualquiera podría creer que este calificativo
hace referencia a la luz que emana este destino en esta y en cualquier otra
época del año. La luz de París es pura magia, especialmente cuando se acerca la
Navidad.
Muchos son los turistas que ponen rumbo a esta ciudad desde
finales de noviembre hasta principios de enero con el objetivo de admirar el
alumbrado de la capital francesa. Merece la pena perderse por sus principales
callecitas, recorrer sus lujosas avenidas o adentrarse en Los Campos Elíseos,
que se visten con sus mejores galas para la ocasión.
París desde las alturas
Más íntimo, pero igual de magnético, resulta contemplar la
decoración navideña desde las alturas, sobre todo desde algún mirador con
vistas 360º de la ciudad. Un plan perfecto para quienes huyen de los bullicios
y las aglomeraciones, pero no están dispuestos a renunciar a este maravilloso
espectáculo ni a perderse los pequeños placeres de la vida. La azotea del hotel
Brach París es, sin duda, uno de los tesoros que brinda la posibilidad de
concederse este especial capricho.
Desde el séptimo piso de este establecimiento se puede
disfrutar de una panorámica increíble sobre los tejados de París, con la
imponente Torre Eiffel alzándose en el horizonte. El techo del hotel Brach
es un espacio que invita a tomarse un respiro del alboroto parisino en
cualquier momento, mientras se observa la inmensa belleza de este destino desde
las alturas. Este rooftop se erige como el secreto mejor guardado del
establecimiento, un espacio que, además, puede presumir de disponer de huerto
propio y corral de gallinas, un oasis rural en pleno centro de la ciudad.
Un enfoque evocador y sofisticado
Pero este no es, ni mucho menos, el único atractivo de este
espectacular alojamiento de cinco estrellas del grupo Evok. Situado en pleno
centro de la capital francesa, en el corazón del distrito 16, este
hotel diseñado por el aclamado Phillipe Stark combina a la perfección
modernidad, lujo y sofisticación en cada rincón.
Sus 59 exclusivas habitaciones y suites están decoradas con un gusto exquisito y ofrecen unas vistas imponentes de la ciudad. Cada una de ellas es diferente, adaptada a los deseos y necesidades de cada huésped. Las 52 habitaciones, de 24 a 42 metros cuadrados, se reparten entre el primer y el sexto piso del edificio. Todas son luminosas, cuentan con una tienda de concepto mini que remplaza el minibar y con una selección de libros y novelas que se van renovando en cada temporada literaria.
En los pisos quinto y sexto de Brach se disponen siete suites de 60 a 200 metros cuadrados, que se abren a terrazas con vistas impresionantes sobre el horizonte de París y la Torre Eiffel. Todas están equipadas con un baño noruego, y una de ellas también tiene un jacuzzi.
Acceso al club deportivo
Todos los huéspedes de Brach tienen acceso al club
deportivo, spa, piscina y clases colectivas y, por supuesto, al jardín de la
azotea, una experiencia permanecerá en la retina (y en el alma) para toda la
vida.
Sin duda, un espacio mágico tanto por su ubicación como por su arquitectura, su decoración y sus servicios de cinco estrellas. Absolutamente todo está diseñado para adoptar un enfoque acogedor y sofisticado y, cómo no, proporcionar a sus visitantes una experiencia alegre, auténtica e inmersiva en un entorno privilegiado, cosmopolita y verdaderamente asombroso. Bienestar y atención al detalle están garantizados nada más poner atravesar la puerta de entrada. Brach es mucho más que un hotel; es un destino en sí mismo; un lugar inusual que invita a sus huéspedes a un viaje, a una exploración. Una experiencia vibrante, auténtica y única que resultará imposible de olvidar y que ahora, en Navidad, adquiere una dimensión superior.