Esta semana el lector Gabriel Prieto escribe en referencia a un artículo publicado en la edición digital del periódico sobre el peso relativo de las personas de nacionalidad marroquí en la población reclusa en España . El señor Prieto considera que el texto tiene un «sesgo que me parece espeluznante y claramente xenófobo». Y procede a explicar su queja con varios detalles. Sobre el titular, considera que «sugiere que el 30 por ciento del total de los reclusos es de una nacionalidad extranjera (marroquí) y no es el caso. Realmente el titular debería ser: 'Esta es la nacionalidad extranjera con más reclusos en las cárceles de España: supone casi el 30% del total de los reclusos extranjeros'. También indica lo inadecuado de comparar el 29,5 por ciento de presencia de la población marroquí en la población penitenciaria extranjera con su porcentaje en el total de población nacional, incluyendo extranjeros y no extranjeros. Son cosas completamente distintas y no pueden compararse». El lector termina su mensaje recordando que «dado el clima de polarización existente en nuestra sociedad, deberían tener un cuidado exquisito con el tratamiento y presentación de estos datos». Elena de Miguel, subdirectora de ABC, reconoce los errores que señala el lector, si bien aporta algunos elementos de contexto. Respecto al titular, confirma que, si bien «el titular es incompleto, el subtítulo complementaba al título», como también reconoce el propio lector en su mensaje. Y reflexiona cómo «de acuerdo con las normas clásicas de redacción periodística, titular y subtítulo deberían funcionar en conjunto, complementarse, lo que es evidente en el caso del diario impreso donde no es posible leer el uno sin el otro. Pero en la versión digital, un lector puede encontrar el titular sin subtítulo, lo que obliga a ser mucho más preciso en su redacción. En este caso, es cierto que se debería haber tenido en cuenta esta posibilidad, y realmente no era difícil hacerlo mejor». En lo que respecta a la comparación de la población reclusa de origen marroquí con la general, Elena de Miguel concuerda con el lector en su «carácter improcedente y, por tanto, confuso y prescindible». Aunque reconoce estos errores, De Miguel es rotunda en afirmar «que no había mala fe en el tratamiento del tema». De hecho, puedo confirmar que en el momento en el que el equipo de la edición digital tuvo conocimiento de esta queja, procedió a corregir los aspectos mejorables del texto en la versión digital del periódico, lo que agradezco en nombre de los lectores y del rigor periodístico. El hecho de que al lector le haya llamado la atención el tono del artículo en su relación con la población marroquí, pone de manifiesto la sensibilidad social que producen determinados temas en la actualidad. La propia Elena de Miguel señala que el periódico ha escrito en varias ocasiones en los últimos meses sobre la población reclusa , y de hecho «esta pieza era un complemento a otra noticia de carácter más general». Conscientes de que asuntos como el tratado están siendo utilizados como arma arrojadiza en el debate político y social, cabría esperar, como pide el señor Prieto, un «cuidado exquisito» al informar sobre ellos. Los cambios en la manera en que los lectores llegan a la información no son nuevos. Las redes sociales favorecen textos cortos y breves que en muchos casos son la única parte de la noticia que se consume. La instantaneidad que reclama el entorno digital no puede estar exenta en ningún caso del rigor preciso. La velocidad con la que un contenido se convierte en viral es inusitada, y titulares como el señalado pueden servir para abonar posiciones ideológicas que están lejos de la línea editorial del periódico. Pensar que algunos pudieran utilizar una noticia con la marca de ABC para justificar discursos de odio o xenófobos por culpa de errores menudos, hace patente la responsabilidad y la importancia del trabajo de la edición digital. Ese cuidado exquisito debe ser patrimonio de toda la redacción, lo que sin duda también reclama mecanismos más efectivos de edición. La rápida respuesta del equipo a la reclamación del lector pone de manifiesto la buena disposición de asumir la responsabilidad cuando el trabajo ha sido mejorable. Y también nos permite comprobar que la participación de los lectores tiene un impacto muy positivo en la calidad del periódico. ABC es fruto del trabajo de su redacción, pero es el periódico de sus lectores.