Todo va bien. El sistema resiste incólume la embestida salvaje de los bárbaros que quieren derribarlo. Menos mal que tenemos a un forzudo cancerbero erigido en guardián del templo. Nunca le agradeceremos bastante su esfuerzo. Es triste verle zaherido por la dureza del combate, eso sí. Su cuerpo está magullado como el de un ecce homo que soporta a diario los latigazos que dé la turba, manipulada por esos babosos príncipes del mal que ocultan los cuernos y el rabo bajo ternos elegantes hechos a medida. No descansarán hasta verlo clavado en la cruz y trasladen su cuerpo a una sepultura excavada en la roca. Menos mal que sus discípulos no le han abandonado . Como los soldados del Álamo,... Ver Más