Los alimentos necesitan conservación para prolongar su vida natural. Antiguamente, la sal era la principal encargada de protección, pero esos métodos quedaron en el pasado. En la actualidad, existen la deshidratación o el envase al vacío que contribuyen a no desperdiciar comida, pero la clave es
la congelación. La idea de congelar es conseguir que los productos alcancen temperaturas tan bajas para
desactivar los microorganismos que puedan deteriorarlos.
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