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Arranca Trump su segunda temporada

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El arranque del segundo mandato de Donald Trump será diferente a cualquier transición de gobierno que el mundo haya visto en la era moderna en Estados Unidos: promete combinar el cambio radical de política de una nueva presidencia con la pericia del mandatario para mover los hilos del poder.

El republicano emergió de las elecciones con una posición más fuerte de lo que incluso muchos aliados anticiparon y preparado para acometer prioridades económicas fundamentales como aumentar los aranceles, reducir los impuestos y combatir la inmigración ilegal.

Y gracias a un elenco de leales que se le unirán en la Casa Blanca, ocupando puestos que en su primer mandato a menudo eran cubiertos por figuras del establishment republicano o institucionalistas que no compartían necesariamente los objetivos de Trump, sus ambiciones se verán ampliamente respaldadas.

Los resultados de las elecciones “amplían la idea que todos tenemos sobre lo que es posible”, dijo Mike McKenna, asesor de Trump en su primer mandato que ahora es un cabildero de la industria energética.

Durante la campaña, Trump declaró con frecuencia que en su primer día en el cargo lanzaría la “mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos” contra inmigrantes indocumentados. Además del costo humano, eso afectaría de inmediato a sectores económicos como la construcción, la hostelería y el comercio minorista, que dependen en gran medida de los inmigrantes, con papeles y sin papeles.

Trump reafirmó esa promesa el 7 de noviembre en una entrevista con NBC News, diciendo que no tenía “otra opción” más que cumplir con su compromiso y que la deportación masiva “no es una cuestión de costo”. Él puede ordenar el programa de deportación por su propia cuenta y los obstáculos son principalmente logísticos, como encontrar instalaciones para albergar a los detenidos. Las acciones de las empresas penitenciarias privadas, que ofrecen una solución, se dispararon después de la elección presidencial.

En muchos casos, la administración entrante de Trump reasumirá planes de su primer mandato. “No es ninguna ciencia, es sentido común. Lo hemos hecho antes y lo haremos de nuevo”, declaró Mauricio Claver-Carone, un veterano de la primera administración de Trump, citando una lista de medidas en materia de inmigración que simplemente se pueden restablecer.

Trump nombró a su jefa de gabinete, Susie Wiles, antes de transcurridas 48 horas después del cierre de las urnas. Washington estaba inundado de especulaciones sobre quién más ocuparía puestos clave.

El papel de Elon Musk como asesor (antes informal, ahora oficialmente designado codirector del Departamento de Eficiencia Gubernamental) podría ser un comodín en la administración. Musk participó en una llamada que Trump tuvo el 6 de noviembre con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

Algunos objetivos clave de Trump, como su plan de recortes tributarios, dependen de la aprobación del Congreso. Pero su partido controla también el Senado con 53 curules y la Cámara de Representantes con 219 escaños. Los líderes republicanos del Congreso están mucho más en deuda con Trump que en su primer mandato; la renuncia de Mitch McConnell al liderazgo del Senado marcará un cambio de guardia en enero, mientras que en la Cámara, Trump tiene el poder de hacer o deshacer líderes. El presidente de la Cámara, Mike Johnson, y otros líderes republicanos de alto rango en la Cámara volaron a Florida la noche de las elecciones para mostrar su lealtad a Trump.

Cuando Trump asuma la presidencia, solo dos de los diez republicanos de la Cámara que votaron a favor de enjuiciarlo tras la insurrección del 6 de enero de 2021 y tres de los siete republicanos del Senado que votaron a favor de condenarlo seguirán en el Congreso.

Aun así, las escasas mayorías republicanas en ambas cámaras dejan a Trump vulnerable a las deserciones cuando su agenda provoque una reacción pública.

No todo el mundo se rendirá ante el nuevo presidente. El titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, cuyo mandato no concluye hasta 2026, fue presionado por los periodistas sobre si renunciaría a su cargo si Trump se lo pidiera. Su respuesta fue directa: “No”.

La reacción del mercado es otro obstáculo. Los costos de endeudamiento del Tesoro ya han aumentado ante la perspectiva de una mayor deuda. Los impuestos que afectan las ganancias corporativas podrían hacer que el sentimiento del mercado de valores pase de la codicia al miedo.

Pero Trump, que nunca ha tenido reparos en ejercer el poder, asumirá funciones rebosante de confianza. Al celebrar su victoria electoral, afirmó que los resultados equivalían a “un mandato poderoso y sin precedentes”.

Estas son las políticas clave:

① Aranceles

Trump ha prometido imponer nuevos aranceles masivos, considerando un arancel del 20% sobre todos los productos importados del extranjero y del 60% o más sobre los provenientes de China. Durante la campaña electoral, también soltó amenazas de tasas aún más altas sobre países y productos específicos.

Tendrá pocas trabas para imponer sus aranceles prometidos y no necesita consultar con el Congreso. Una ley de 1977 le da autoridad para imponer aranceles en casos de una “amenaza inusual y extraordinaria” a la seguridad nacional, la política exterior o la economía estadounidense. Alternativamente, podría usar otras disposiciones legales que invocó en su primer mandato para aumentar algunos aranceles; esas requieren un periodo de comentarios públicos, lo que retrasaría su implementación.

Algunos asesores de Trump han sugerido que podría usar la amenaza de aranceles como una táctica de negociación con aliados y rivales por igual y abandonar la idea de imponerlos de forma generalizada. Otros han sugerido que esta vez Trump habla en serio sobre reescribir las reglas del comercio internacional, sin importar las consecuencias. El republicano también ha presentado los aranceles como una forma de ayudar a pagar los grandes recortes de impuestos que ha prometido, pero los economistas sostienen que la recaudación arancelaria no será suficiente. En cualquier caso, se espera que los aranceles desempeñen un papel aún más importante en su segundo mandato.

“Aconsejamos a los lectores que tomen en serio, si no literalmente, las amenazas de aranceles del presidente electo”, dijeron los economistas de Wells Fargo & Co. Jay Bryson y Michael Pugliese en una nota del 6 de noviembre.

La opinión de Bloomberg Economics:

Durante la campaña, Trump prometió imponer aranceles del 60 por ciento a China y del 20 por ciento a todos los demás países. Ya en la presidencia, es poco probable que llegue tan lejos. Trump ve los aranceles como una herramienta de negociación. Puede negar que representen riesgos para el crecimiento, la inflación y las ganancias corporativas, pero los mercados discreparán. Con empresas como Apple Inc. en la línea de fuego, una caída importante en los precios de las acciones podría hacer que Trump se detenga. Las opiniones dentro de su administración probablemente estarán divididas, defensores como Robert Lighthizer se enfrentarán a los pragmáticos promercado. Aspectos prácticos como la conformación de equipos y el diseño de las listas de aranceles significan que la implementación llevará algún tiempo.

Un escenario base plausible es que las amenazas comiencen de inmediato, lo que generará incertidumbre para empresas e inversores. Los aranceles reales podrían darse en el primer trimestre de 2025 o en la segunda mitad del año, dependiendo del procedimiento utilizado. Los aranceles pueden instrumentarse en diferentes momentos y aplicarse selectivamente a diferentes países y productos. Si los aranceles a China aumentan al 30 por ciento, con una tasa del 5 por ciento para otros países, la media aumentaría a 8.5 desde 2.6 por ciento. Este escenario podría reducir la participación de Estados Unidos en el comercio mundial del 20 al 16 por ciento para 2028, desacelerar modestamente el crecimiento y elevar la inflación. La apreciación del dólar y la absorción de aranceles por parte de los minoristas a través de márgenes más bajos pueden compensar aún más el impacto de la inflación. Si solo China está en la mira (y los líderes del mercado como Apple obtienen una exención) el impacto en Estados Unidos podría ser limitado.

② La Reserva Federal

La victoria de Trump ya ha sacudido a la Fed. La agenda económica del republicano bien podría estimular tanto el crecimiento como la inflación. Los inversores han respondido deshaciéndose de los bonos del Tesoro, lo que motivó que varios economistas revisaran sus expectativas sobre la rapidez con la que la Fed seguirá bajando las tasas de interés en 2025. Powell ha dicho que el banco central no modificará su perspectiva de tasas en previsión de nuevas políticas fiscales o comerciales y que esperará a ver qué se promulga realmente.

Luego está la pregunta sobre lo que Trump podría hacer para influir más directamente en el banco central. El expresidente tiene un historial de intimidar a Powell respecto a las tasas y, en su primer mandato, exploró la posibilidad de removerlo de la presidencia de la Fed. Trump ha dicho más recientemente que dejaría que Powell concluyera su mandato como presidente, que finaliza en mayo de 2026. Pero no sería una sorpresa si Trump incumpliera esa promesa e intentara destituir a Powell, una medida que probablemente terminaría en los tribunales si Powell se opone. Mientras tanto, algunos republicanos cercanos al presidente electo han dicho que el nuevo gobierno podría intentar remover al principal regulador bancario de la Fed, el vicepresidente de Supervisión Michael Barr.

Todo esto sugiere que Trump y Powell podrían estar en camino de colisionar. Y el presidente de la Fed incluso pareció dar un golpe preventivo en su conferencia de prensa del 7 de noviembre. Cuando se le preguntó si creía que el presidente tiene el poder de despedir o deponer a cualquiera de los gobernadores de la Reserva Federal que ocupan puestos de liderazgo de alto nivel (es decir, él y sus dos vicepresidentes), fue cortante: “No está permitido por la ley”.

La opinión de Bloomberg Economics:

Para la Fed, la victoria de Trump significa una serie de dinámicas conflictivas. La llegada de Trump (que se ha reflejado en el mercado con el fortalecimiento del dólar y costos de endeudamiento a largo plazo marcadamente más altos) significa el endurecimiento de las condiciones de financiación, lo que amenazaría al mercado inmobiliario y agrega presión para que la Fed aplique más recortes. Pero como los efectos de la política monetaria no se reflejan de inmediato, la Fed también debe anticipar el efecto de los aumentos de aranceles y recortes de impuestos propuestos, que probablemente evalúan como inflacionarios y se sientan presionados a recortar menos. Por último, pero no menos importante, Trump no tiene reparos a la hora de compartir sus preferencias en materia de política monetaria. Eso significa que la Fed está bajo presión para proteger su independencia y autonomía, y posiblemente cometer el error de mantener las tasas restrictivas. ¿Cómo se traduce todo eso? A corto plazo, parece que ya está previsto otro recorte de 25 puntos básicos en diciembre. A más largo plazo, nuestro escenario base para 2025 es otro recorte de 100 puntos básicos. Pero la incertidumbre en torno a ese pronóstico y las probabilidades de un paso en falso de la Fed a medida que las condiciones cambian rápidamente son elevadas.

③ Inmigración

Es probable que Trump actúe rápido para implementar deportaciones masivas, una de sus promesas bandera en la campaña. Pero expulsar a tanta gente tendrá que superar muchos obstáculos, desde logística básica hasta desafíos legales y políticos. En su primer mandato, Trump no pudo cumplir sus promesas de expulsiones a gran escala o de construir el muro fronterizo, aunque logró algunos avances en ambas.

Es probable que comience con el más de un millón de personas en Estados Unidos que no tienen base legal para quedarse en el país, ya sea porque han cometido delitos o han agotado los procesos de apelación. Con todo, es posible que los esfuerzos para deportarlos se topen con los límites de la capacidad del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas para expulsar a las personas y con la disposición de los países de origen (principalmente México, Guatemala, El Salvador y Honduras) a aceptarlas. Algunos países como China, Venezuela, Cuba y Nicaragua no siempre han aceptado recibir vuelos de deportación. En el primer mandato de Trump, las deportaciones nunca superaron la cifra de 360 mil al año, por debajo de los niveles observados durante la administración de Barack Obama.

Esta vez, también buscará revertir las órdenes ejecutivas de la era Biden que anularon algunas de las políticas que estableció en su primera presidencia, como la de obligar a los solicitantes de asilo a permanecer en México mientras se procesan sus casos o a que busquen asilo en otros países latinoamericanos. Eso requerirá negociaciones potencialmente difíciles con esas naciones. Según Claver-Carone, otro objetivo inicial de la administración probablemente sea buscar un acuerdo con Panamá para cerrar el flujo de migrantes a través del peligroso Tapón del Darién desde Sudamérica.

La opinión de Bloomberg Economics:

Trump ha prometido “la mayor deportación en la historia de nuestro país”. Dejando de lado el costo humanitario, deportar a millones de personas sería un desafío logístico y para las fuerzas del orden, que requeriría un plan a gran escala para detecciones, arrestos, detenciones, procesamientos y expulsiones. Las estimaciones sitúan el costo en más de 300 mil millones de dólares. Estados Unidos también necesitaría la cooperación de los países receptores. Un escenario base plausible es que Trump asegure la frontera estadounidense para que la inmigración no autorizada vuelva a un nivel “normal” de 200 mil personas al año, y comience deportaciones que expulsen a muchos, pero no a todos, los migrantes no autorizados. Si eso incluye a todos los que ingresaron desde 2020, estimamos que la población estadounidense vería una contracción de 8.7 millones de personas. Para 2028 la economía estadounidense sería más de un 3 por ciento más pequeña, y el PIB per cápita sería marginalmente más bajo en relación con un escenario base sin ningún cambio de política. Las deportaciones también serían levemente deflacionarias, y la reducción de la demanda superaría la contracción de la oferta.

④ Desregulación

Trump planea reducir las regulaciones sobre las empresas y su agenda tiene implicaciones particulares para los sectores bancario y energético.

En la cabeza de su lista de tareas pendientes están los planes para revertir una suspensión de la era Biden en la emisión de nuevas licencias para exportar gas natural licuado, reducir las normas de emisiones de automóviles que él compara con una “imposición de los coches eléctricos” y acelerar la construcción de nuevas plantas de energía en todo el país.

En algunos casos, el trabajo real tardará meses (y tal vez más) en ejecutarse, ya que las agencias federales emprenderán un proceso formal de elaboración de normas que exige un periodo de consulta pública (notice-and-comment) para derogar, abrogar y reescribir las regulaciones de la era Biden. Aun así, analistas y exfuncionarios de Trump dicen que esperan que los cambios se sientan de inmediato, repercutiendo en las decisiones corporativas sobre las líneas de productos automotrices y los planes de perforación de hidrocarburos.

Para el sector finanzas, Trump marcó el tono de su reforma desregulatoria al prometer despedir al principal policía de Wall Street y poner fin a lo que describió como una “cruzada anticriptomonedas” durante la era Biden.

El presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), Gary Gensler, ha encabezado una feroz ofensiva contra la industria de las criptomonedas, que respondió invirtiendo millones de dólares en las contiendas por la presidencia y por el Congreso. Si Gensler sigue la tradición de Washington, renunciará el día de la investidura. El nuevo jefe de la SEC probablemente apoyará cambios en las leyes bursátiles vigentes para beneficiar a las empresas de criptomonedas o permitirá que las empresas de activos digitales cumplan con las reglas vigentes.

La SEC también podría emitir una norma que obligue a las empresas a revelar sus emisiones de gases de efecto invernadero. Esa regulación ya se había atenuado y se consideraba débil incluso antes de las elecciones.

Para bancos poderosos como JPMorgan Chase & Co., Goldman Sachs Group Inc. y Morgan Stanley, el mayor premio es la oportunidad de debilitar y frenar la histórica propuesta del gobierno de Biden sobre aumentar los requisitos de capital bancario. Trump no puede hacerlo por su cuenta, pero puede designar reguladores afines que lo hagan.

La opinión de Bloomberg Intelligence:

Como prioridad en la agenda está levantar la suspensión de Biden a las autorizaciones de exportación de gas natural licuado (GNL) a países sin acuerdos de libre comercio, abriendo el camino para otorgar permisos y extensiones para algunos proyectos.

Prevemos que un puñado de desarrolladores tomen la decisión de invertir en 2025 luego de que ningún proyecto recibió luz verde este año, impulsando las exportaciones estadounidenses de GNL para 2030. Otros objetivos podrían incluir una reforma en las autorizaciones de infraestructura energética para acelerar y simplificar el complicado proceso.

En finanzas, es probable que veamos al menos un retraso prolongado en la implementación de los acuerdos de Basilea III, que hubiera aumentado los requisitos de capital. Eso ya ha contribuido al repunte bursátil de las acciones bancarias.

En la esfera de las criptomonedas, Trump traerá una SEC más amigable. Su victoria también aumenta las posibilidades de que el Congreso diseñe un marco regulatorio integral que brinde certidumbre a empresas como Coinbase. Sin embargo, prevemos que un marco de este tipo aumentará los costos de cumplimiento y riesgo para las plataformas de criptoactivos, aunque los costos deberían ser manejables para los jugadores más grandes.

⑤ Impuestos

Entre bastidores, los asesores Trump han estado planeando lo que promete ser el Supertazón económico de 2025: la lucha fiscal. Muchas de las disposiciones de la legislación fiscal de 2017 aprobada por los republicanos expiran a fines de 2025 y Trump busca extender todos los recortes de impuestos sobre la renta personal, así como reducir aún más la tasa impositiva corporativa.

Durante la campaña electoral, Trump también prometió derogar los impuestos sobre las propinas, las horas extra y los cheques de la Seguridad Social, aunque no está tan claro si podrá cumplirlo, dadas las preocupaciones sobre el déficit. De todas esas ideas, la que más defiende Trump es la de eliminar los impuestos sobre las propinas, una propuesta de la que ha hablado desde las primarias republicanas después de que una camarera de Nevada le planteara la idea. También ha hablado de eliminar el límite para las deducciones de impuestos estatales y locales, ese techo lo impuso su propia administración en 2017 a fin de que los contribuyentes solo pudieran deducir un máximo de 10 mil dólares, una medida que ayudaba a pagar otros recortes de impuestos.

Según la Tax Foundation, el costo de las políticas tributarias propuestas por Trump asciende a 11 billones de dólares y sigue aumentando. Eso incluye la extensión de los recortes impositivos de 2017, que expirarán a fines del año próximo a menos que el Congreso actúe.

Trump no puede hacer nada en materia de impuestos sin el Congreso, lo que conducirá a una batalla republicana interna sobre qué ideas priorizar y el calado de la reforma fiscal. Para complicar las cosas, una trifecta republicana en Washington significaría una avalancha de cabilderos presionando a los Poderes Ejecutivo y Legislativo para que incluyan sus exenciones impositivas favoritas en el proyecto de ley, lo que podría ralentizar las negociaciones.

Si los demócratas hubieran ganado la Cámara baja, cualquier acuerdo habría necesitado un compromiso bipartidista. Sin embargo, como los republicanos también se aseguraron la mayoría en la Cámara de Representantes, las posibilidades de los recortes impositivos se disparan, pues pueden usar un procedimiento legislativo para aprobar un proyecto de ley en ambas Cámaras únicamente con el apoyo del Partido Republicano.

La opinión de Bloomberg Economics:

Aunque los republicanos controlen el Congreso, creemos que las propuestas más radicales de recortes de impuestos no se concretarán en su totalidad. El costo en la recaudación perdida ascendería a billones de dólares, y no hay un plan viable para cubrir ese hueco. Los vigilantes de los bonos (inversionistas que venden sus bonos en protesta por políticas fiscales que consideran inflacionarias) ya están haciendo subir los costos de endeudamiento del Tesoro. Creemos que las fuerzas del mercado pondrán freno al plan de Trump. Considerando lo que es factible, estimamos que las políticas fiscales de Trump significarán un crecimiento modestamente más rápido y una inflación más alta, y encaminarán la deuda hacia el 141 por ciento del PIB para 2034, frente al 134 por ciento si no hubiera cambios en las políticas. Esto bajo el supuesto de que no todos, sino la mayoría de los recortes de impuestos individuales establecidos en la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017 se extenderán, y que los cheques de la Seguridad Social y las propinas no estarán exentos del impuesto sobre la renta. Si Trump cumple todo lo que prometió, la deuda pública aumentaría al 150 por ciento del PIB en 2034.

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