Cojeo desde pequeño de forma ostensible hacia la francofilia. Y eso se explica por varias circunstancias: haberme criado cerca de la frontera, haber estudiado lengua y literatura francesas en el bachillerato, haberle hablado a una muchacha francesa en la adolescencia y haber tenido porteros franceses en casa, o más exactamente porteros españoles que se criaron en Francia desde pequeños y exhibían un acento francés cuando hablaban español que resultaba elegantísimo. Me gusta la música francesa, también el cine francés y me emociona La Marsellesa. Solo detesto la mantequilla, pero por esa cuestión menor no voy a dejar de admirarles. Todo ello, vengo a decir, no me impide constatar que Francia vive una indisimulable decadencia que algunos califican de sonámbula, lo...
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