Los gobiernos tumbados de Scholz y de Barnier testimonian una crisis en el eje central de Europa mucho más importante que nuestras cuitas caseras a cuenta de Pedro Sánchez . Por mucho aire de grandeza que gaste el presidente español, y por muchos destrozos que cause en el orden interno, no deja de ser un personaje secundario en el contexto europeo. Pero Alemania y Francia son el núcleo esencial del mayor y mejor proyecto moderno en términos de civilidad, prosperidad y progreso. Y sus respectivas crisis no representan sólo avatares políticos propios de cualquier país con problemas domésticos, sino el síntoma inquietante de un cambio de paradigma, de modelo; tal vez incluso de la quiebra por colapso de un régimen...
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