En una ciudad tan unida a la pólvora como
Valencia, el
Rayo prendió la mecha, incendió
Mestalla y remató a un
Rubén Baraja sin más balas en el cargador. Era un examen a las emociones de los dos equipos y el Rayo Vallecano jugó con las de un Valencia angustiado e incapaz de sobreponerse al primer mazazo del partido, cuando Mestalla todavía reclamaba un penalti nada más iniciar el encuentro de
Ratiu sobre
Germán Valera.Seguir leyendo...