Teresa Freixes advierte de que "se le quiere hacer decir a la Constitución cosas que no dice"
Desde los desafíos enfrentados durante la Transición hasta las amenazas actuales contra el Estado de derecho. La catedrática de Derecho Constitucional y «puntal en Cataluña», Teresa Freixes, publica: «En defensa de la Transición» (Almuzara), un libro prologado por Alfonso Guerra, quien además de haber sido vicepresidente del Gobierno de Felipe González fue también protagonista de esa etapa y ejemplo de que el consenso es posible.
Con un auditorio lleno, en el que entre los asistentes se encontraban el ex secretario general de CC OO Cándido Méndez, el exministro del Interior durante el Gobierno de Felipe González José Luis Corcuera y el hijo del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, entre otros, Freixes invitó a reflexionar sobre los principios democráticos y el imperativo de defenderlos frente a las adversidades. Habla de todo ello desde una visión crítica, pero al mismo tiempo esperanzadora, donde desmonta los «mitos y falsas narrativas» que buscan socavar la legitimidad de la democracia española. La catedrática de Derecho Constitucional mostró una vez más su compromiso con la verdad y la justicia y ha recordado la importancia de seguir «vigilantes» ante cualquier amenaza contra nuestras libertades y derechos.
En su libro la catedrática ofrece un testimonio histórico y hace un llamamiento a la acción con el fin de «preservar y fortalecer los cimientos de nuestra democracia», y proteger con ello el legado de la Transición y los principios que tanto costaron alcanzar.
Freixes instó ayer a pensar con «calma y para el futuro» y no para permanecer «dos años más en el Gobierno» poniendo así en valor la Transición y la Constitución del que dijo, es «un legado que no se puede destruir». Por ello, criticó que la Conferencia de Presidentes lleve ya más de dos años de retraso mientras, «se ve mejor una negociación paralela en Ginebra para luego ver cómo se adapta esa singularidad» –en referencia a la negociación que llevó a cabo Santos Cerdán con Puigdemont–. Y es que, avisó de que no se trata de poner en marcha un sistema, sino que éste «sirva para algo» y que, además, perdure. Freixes defendió las «clausulas» que hay para reformar la Carta Magna y advirtió de que el problema, a día de hoy, es que «no hay voluntad política». «Me duele que no se haga un análisis sobre lo que nos ha funcionado bien y lo que ha funcionado mal» y hacerlo con voluntad constructiva y ver qué se puede reformar para «mejorarlo», en lugar de destruirlo. Y alertó de que estamos en un tiempo en el que "se le quiere hacer decir a la Constitución cosas que no dice".
Por su parte, Alfonso Guerra subrayó la importancia de los consensos que definió como «la nómina de las renuncias que tuvimos que hacer todos» algo que ahora no se está dando.
Guerra dijo que es partidario de hablar de la necesidad de una reforma de la Constitución, pero «no de un proceso constituyente» porque «no está el horno para bollos». También se mostró crítico sobre la actual clase política. «Tenemos una época en la que los actores políticos están en un grado de debilidad muy fuerte» y aseguró que ahora, salvo excepciones, las mejores personas de la generación de hoy no están en política mientras que en 1978 «las mejores cabezas de todas las profesiones consideraron que había que echar una mano para recuperar la democracia». «Tenemos una cierta mediocridad». A colación de la diversidad y sensibilidades ideológicas y políticas, Guerra ha señalado que "la diversidad ha sustituido a la igualdad" y que, aunque hay que atender a las minorías se está "en cierta manera dependiendo" de ellas. "Las minorías no pueden marcar la pauta de las mayorías". El exdirigente socialista avisó de que «deshacer la unidad que hicimos en 1978, es una especie de suicidio colectivo que no lleva a ninguna parte» y que es un peligro que haya personas que consideran que cabe la autodeterminación porque «podemos tener la sorpresa de que un día el TC diga que cabe» porque, afirmó que el problema es que en España el "sistema democrático, es tan democrático que permite que se utilice la democracia para destruir la democracia". Y concluyó: «Este país es muy fuerte y podrá con todos los cantamañanas y cavernícolas».