La credibilidad de Mazón toca fondo
Las opiniones de los alcaldes valencianos, algunos de ellos del PP, aparecidas en 'Salvados' y los resultados de las primeras encuestas tras la DANA revelan hasta qué punto Carlos Mazón lo tiene difícil para salvar su reputación
Los 20 errores de Carlos Mazón en la gestión de la DANA que retrasaron la respuesta y agravaron la catástrofe
Hay algo que no se le puede negar a Carlos Mazón. Su capacidad para negar la realidad alcanza niveles pocas veces alcanzados en la política española. Quizá sea la única forma en que puede continuar ocupando el puesto de presidente del gobierno valenciano sin desmoronarse por completo. Es como un 'inquiocupa' de la Generalitat: llegó al cargo con mayoría absoluta gracias al pacto con Vox, pero su tétrica gestión de la emergencia de la DANA lo ha convertido en un muerto viviente. Sólo hay que ver cómo hablan de él los alcaldes del PP en la provincia –e incluir lo que se callan– y lo que dicen las encuestas aparecidas en estos días.
El programa 'Salvados' de La Sexta ofreció el domingo un retrato general de lo que Mazón hizo y no hizo el 29 de octubre a través de las opiniones de los alcaldes de las poblaciones afectadas, tanto del PSOE como del PP. El Partido Popular ha decidido ligar su destino al de Mazón. Núñez Feijóo piensa que no tiene otra alternativa. Pero cuando se pregunta a los alcaldes qué pasó ese día, su cara les traiciona. A veces, también sus palabras. E incluso cuando alguien, como el presidente de la Diputación de Valencia, intenta defenderle, el propio Mazón no tarda mucho tiempo en dejar claro que prácticamente no tiene nada que reprocharse.
Vicente Monpó dijo que la comida de tres horas de Mazón con una periodista para ofrecerle el cargo de presidenta de la radiotelevisión autonómica “fue un error”, por la que llegó varias horas tarde a la reunión del Cecopi, y que está seguro de que el presidente valenciano piensa lo mismo.
El presidente de la Diputación no se entera. Sólo tuvo que esperar poco más de doce horas para ver a Mazón desmentirle: “Es imposible llegar tarde a un organismo que no se convoca ni se preside”, dijo el lunes. El Cecopi, el centro de emergencias de la comunidad, es el mismo organismo al que convocó y presidió sus reuniones en los días posteriores, incluido un domingo. Pero el día 29, el más importante de todos, resulta que él no tenía ninguna obligación de estar ahí ni de responder a las llamadas alarmantes de los alcaldes valencianos.
Sobre las llamadas, Monpó optó por una salida heterodoxa, una que ningún cargo público se atrevería a admitir en público. Para explicar por qué no recordaba si Mazón le había llamado ese día –que es como decir que no quería reconocer que no le había llamado–, afirmó que no podía comprobarlo en su móvil porque tiene la costumbre de borrar el registro de llamadas. “Soy bastante meticuloso en estas cosas, porque, si no, es imposible trabajar y así veo el trabajo que tengo pendiente”. Es decir, su versión es que borra aquellas llamadas a las que no tiene que responder.
A efectos jurídicos, el truco puede funcionar como coartada. Políticamente, quedó como alguien acostumbrado a borrar pruebas que le puedan perjudicar.
Ricardo Gabaldón, alcalde del PP en Utiel, de 11.000 habitantes, optó por refugiarse en la mala memoria: “No recuerdo si me llamó el president Mazón”. Gabaldón fue el alcalde que impidió ese día a primera hora de la mañana que se abrieran los colegios. Fue una decisión que muy posiblemente salvó vidas. Como mínimo, sirvió para que 400 alumnos no corrieran peligro. Utiel fue la población que recibió en primer lugar el impacto de la riada. “Yo me di cuenta de que aquello podía convertirse en una catástrofe a media mañana”, dijo en el programa.
Hacia las dos de la tarde, la localidad comenzó a inundarse. Lo contó en el informativo de las 14.00 de A Punt: calles convertidas en ríos con una fuerte corriente, coches y contenedores arrastrados por la fuerza del agua. La cadena autonómica emitió unas imágenes aterradoras: la riada era tan incontenible que se llevó por delante el puente de Picanya.
A esa hora, Mazón estaba reunido con los sindicatos y la patronal para informarles de los futuros presupuestos. Se mostraba ajeno a los acontecimientos que se estaban produciendo. Una hora después, comenzó su comida de tres horas. La reunión del Cecopi se convocó a las 15.00 para que se iniciara a las 17.00. Ni siquiera contaban con una televisión para ver las imágenes que ofrecía A Punt. Mazón no llegó al Cecopi hasta las 19.30. Donde no tenía la obligación de estar, según no ha dejado de reiterar.
Todos los alcaldes comentaron que el retraso en la adopción de decisiones fue clave. Lo es siempre en todas las emergencias. “Pienso que se tenían que haber tomado decisiones mucho antes dada la gravedad de la situación”, dijo otro alcalde del PP, Juan Ramón Adsuara, de Alfafar, de 21.000 habitantes.
Sobre las responsabilidades políticas y midiendo todas y cada una de sus palabras, Gabaldón ofreció el mensaje más demoledor para los intereses de Mazón. “Sinceramente, cada vez que lo pienso se me ponen los pelos de punta, porque lo que va de tomar una decisión a haber tomado otra, yo no estaría aquí ahora. No podría estar”, dijo refiriéndose a la posibilidad muy real de que se habrían perdido más vidas si no hubiera ordenado el cierre de los colegios. Ese es un listón moral en el que Mazón se queda muy corto.
Las encuestas han certificado el hundimiento de la reputación de Mazón. La de El Mundo del domingo prevé una caída de diez puntos en el PP en la comunidad, una menor del PSOE y grandes ascensos para Compromís y Vox. En el sondeo de El País, el descenso del PP se limita a cinco puntos, lo que permite a la derecha y la extrema derecha conservar la mayoría absoluta. En ambos casos, el cambio se produce por la huida a la abstención de un número significativo de votantes del PP, avergonzados o enfurecidos por la gestión de la emergencia.
Quedan dos años y cinco meses de legislatura. La esperanza de Mazón es que el tiempo y la reconstrucción hagan que sus votantes se olviden de las 221 muertes del 29 de octubre de 2024.
Como la política es impredecible, quizá llegue el día en que Mazón se presente como salvador de Valencia y artífice de su reconstrucción para la que por cierto ha destinado muy poco dinero de los fondos de la comunidad. Para que eso sea posible, los valencianos deberán olvidar que el elevado número de muertes podría haber sido menor si se hubiera anunciado una alerta a través de los móviles horas antes de las 20.12, como afirman los alcaldes, que ya veían por la mañana o a la hora de comer las dimensiones de lo que estaba ocurriendo.
Deberán olvidar que Mazón dijo en el Parlamento que la culpa fue de otros, porque no recibió la información necesaria para tomar otras decisiones, a pesar de que la Aemet ya había anunciado una alerta roja a primera hora de la mañana y que la Confederación Hidrográfica del Júcar actualizaba su información cada cinco minutos.
Deberán olvidar que imágenes gravísimas ya habían aparecido en los informativos de A Punt y que los alcaldes eran conscientes del peligro sólo con asomarse a las ventanas, aunque en realidad hicieron mucho más que eso.
Deberán olvidar que el teléfono de emergencias colapsó y que la redacción de A Punt recibió centenares de llamadas de gente pidiendo ser rescatada desde el techo de un camión o el tejado de una casa.
De momento, Mazón dice estar seguro de su futuro: “Yo me siento muy defendido por el Partido Popular”, dijo el 6 de diciembre.