El lunes se emitía en
Canal+ Francia la entrevista que
Mouloud Achour le hacía a
Kylian Mbappé en
Clique, un espacio de conversaciones en profundidad a personalidades del ámbito cultural, político o deportivo. Fue una charla agradable y con buen tono en la que el jugador por fin afrontó, después de un largo silencio, algunos de los misterios e inquietudes que le han rodeado en las últimas semanas. Achour le preguntó por lo básico, lógico y necesario. No habían pasado ni cinco minutos que ya le estaba consultando por el caso judicial que le implica en Estocolmo, recordándole que era considerado “razonablemente sospechoso” en los hechos. Quizá la entrevista no tuvo un tono incisivo ni meticulosidad balompédica, pero es mucho más de lo que aquí estamos acostumbrados en televisión. Vimos a un periodista haciendo preguntas a un futbolista sobre la actualidad deportiva y personal que le rodea durante algo más de cincuenta minutos. Preguntar y responder. Sin chascarrillos, sin chorradas basadas en anecdotarios cutres, sin hormigas de trapo, sin culo o codo, sin jugar a las adivinanzas. Tampoco para hablar de ligas alternativas de Twitch, ni jugar con la consola, ni participar de una reunión de tíos riéndose las gracias los unos a los otros. Tampoco le hicieron tocar el bombo, explicar curiosidades del vestuario ni contar la última vez que hizo el ridículo. No le preguntaron si podía ir al supermercado, el dinero que tiene o lo que folla. Tampoco le entrevistó un youtuber, un cantante o un humorista con más ganas de caerle bien y cenar juntos que de hacer un buen trabajo.
Achour y
Mbappé hablaron de fútbol, de Francia, de la presión mediática, de dificultades personales y deportivas, de conflictos los conflictos con el PSG y con la selección francesa, de los rumores que se han contado sobre él, de su adaptación al Madrid y del rendimiento que está teniendo. Mbappé ha dado la cara cuando los medios de comunicación franceses más duros has sido con él, quizá buscando una cierta reconciliación con la afición. No quedan ya estrellas de la élite que acepten entrevistas como la que vimos, con periodistas y preguntas sobre situaciones poco agradables en épocas menos lucidas de su rendimiento. Mientras aquí los futbolistas nos han arrastrado al show de la tontería, la vacuidad y la vanidad, se agradece ver una excepción. Lo normal se ha convertido en inaudito.
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