Macron intenta atraer contra reloj a los socialistas al futuro Gobierno
Francia conocerá este viernes el nombre del nuevo primer ministro designado por el presidente Emmanuel Macron según ha comunicado el Elíseo este jueves por la noche, cuando se cumplía el plazo de 48 horas que la propia presidencia francesa se había dado de plazo para anunciarlo. Macron ha multiplicado sus contactos este jueves esperando poder sumar a los socialistas a un pacto de no agresión para no censurar al próximo gobierno. Una especie de pacto republicano en el que también entraría el centro y la derecha clásica. Según muchos analistas, más que una coalición, estaríamos ante un parche a corto plazo que llevara al país a una repetición de elecciones legislativas el próximo verano, al no poder repetirse por constitución en el plazo de un año. El plazo no respetado del anuncio muestra las dificultades para conseguir un nombre de consenso que pueda articular ese pacto político. Las quinielas para el cargo siguen dominadas por el veterano centrista François Bayrou y el exprimer ministro socialista Bernard Cazeneuve, quizás el nombre más apuntado en los medios franceses durante las últimas horas.
El nombramiento del nuevo primer ministro se debía haber producido este jueves por la noche después de que Macron adelantara su regreso a París desde Polonia donde se ha encontrado con el primer ministro polaco, Donald Tusk, para reforzar su apoyo a Ucrania en la antesala de la llegada de Trump al poder.
Un nombramiento con el que, ante todo, se quiere poner punto y final a la crisis política que el país atraviesa en corto plazo desde hace diez días y en el largo desde las últimas legislativas. La moción de censura de la izquierda apoyada por Le Pen derrocó al gobierno de Michel Barnier el miércoles de la semana pasada. Desde entonces, Macron ha encadenado rondas de contactos para intentar engordar un pacto de no agresión republicano de mínimos para que no se censure al sucesor de Barnier. Atraer a los socialistas era el objetivo prioritario del jefe del estado francés. Sobre todo, para que el nuevo ejecutivo no dependa de Marine Le Pen. Quitar a la líder ultraderechista ese poder de tener un botón nuclear que haga saltar por los aires al gobierno se ha hecho fundamental para Macron, algo que han reconocido voces de la izquierda.
Las negociaciones del PS, los ecologistas y los comunistas en el Elíseo han hecho estallar una crisis interna en el Nuevo Frente Popular con la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon que no ha dudado en tacharles de traidores. La coalición de izquierdas bajo el nombre Nuevo Frente Popular logró imponerse en la segunda ronda de las legislativas el pasado julio tras configurarse un frente anti Le Pen pero lejos de obtener una mayoría en la cámara. Tres grandes bloques se dibujaron desde entonces (izquierda, centroderecha y ultraderecha) que hacen una configuración endiablada de la vida política en un país poco acostumbrado a la cultura del pacto. A esto hay que añadir las aspiraciones de muchas personalidades con los ojos puestos en las presidenciales de 2027 a las que Macron no puede volver a presentarse.
Mientras se apuran las llamadas de teléfono desde el Elíseo, un Barnier ya con la maleta presidía el miércoles un último y relámpago consejo de Ministros con el único punto de aprobar una ley especial que prorrogue los presupuestos de 2024 hasta que el nuevo gobierno elabore los nuevos, algo que quedará para el primer trimestre de 2025. Se trata de una medida de urgencia para evitar que la administración quede paralizada a partir del 1 de enero de 2025. La norma permite a Francia recurrir al endeudamiento, y a la Seguridad Social hacer lo mismo, aumentando el techo de endeudamiento de la Agencia Central de Organismos de Seguridad Social.