Mi pequeño Bito nació en el cementerio de Toro de una hermosa gata de ojos intensamente azules y un padre desconocido, probablemente siamés o gris azul por su pelaje, corto y suave como la misma seda. Como tantos gatitos que nacen en la calle, mi Bito, su madre y dos hermanos de camada sobrevivieron al ataque de una mala bestia, un hijo de su puñetera madre, que mató a palos a cuatro cachorritos de la camada cuando no llegaban a los dos meses de edad. Los voluntarios de la Protectora de Toro rescataron de la muerte a la madre y a los tres cachorros supervivientes. Esa madrugada, cuando el rostro grisito y los inmensos ojos azules de Bito asomaron a...
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