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"Un juicio para la historia": el caso de Gisèle Pelicot visto por los periodistas de AFP

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"Tan banal como fuera de lo común", el juicio de los violadores de Gisèle Pelicot movilizó a los periodistas de la oficina de AFP en Marsella durante varios meses, haciéndolos interrogarse tanto sobre su cobertura de los horrores narrados, como sobre la relación entre hombres y mujeres.

Desde el 2 de septiembre, este caso, que ha tenido un impacto excepcional en el mundo, sacó a la luz la figura de Gisèle Pelicot y ha generado un debate crucial sobre el delito de violación generalizado.

"Gisèle Pelicot llega y sabemos que ella descubre, como nosotros, estos rostros por primera vez, los de todos los hombres que la violaron", recuerda Viken Kantarci, periodista de AFPTV que cubrió el juicio con su colega del mismo servicio, Fabien Novial.

"Rápidamente nos dimos cuenta de cómo sería este juicio: algo que era bastante banal, en cuanto al perfil de las personas que teníamos enfrente, y al mismo tiempo fuera de lo común por su número y la magnitud de los hechos".

Entre los 51 hombres juzgados, la mayoría por violaciones agravadas contra Gisèle Pelicot,destaca su exmarido, Dominique Pelicot, que la drogó durante una década para violarla y entregarla a decenas de hombres que contactaba por internet. Los acusados, cuyas edades van desde los 27 a los 74 años, provienen de distintos rubros y clases: desempleados, camioneros, periodistas, bomberos, ingenieros, electricistas...

Si bien se esperaba una sesión a puertas cerradas finalmente, el primer día, Gisèle Pelicot rechazó esa opción y pidió un juicio público para "cambiar la forma en que la gente ve la violación".

- De anónima a ícono -

Gracias a esta decisión, ella "permitió que este juicio exista y, con suerte, que deje huellas en la historia", dijo David Courbet, periodista de la oficina Marsella de AFP y uno de los reporteros que han cubierto el juicio desde sus inicios.

Gisèle Pelicot habló ante las cámaras tres días después de la apertura, advirtiendo que lucharía "hasta el final". AFP, que hasta ese momento había conservado el anonimato de la víctima para proteger su privacidad, la de sus hijos y nietos, decidió publicar su nombre por primera vez, en acuerdo previo con los abogados de la familia.

"De víctima anónima, se ha convertido en un ícono, portadora de un mensaje político, universal", dice el periodista Courbet.

Desde entonces su nombre y su cara, - de melena corta, flequillo y lentes de sol redondos -, ha aparecido en grafitis, afiches y distintos mensajes de apoyo en los muros de Avignon, de París, o de Nueva York.

Avignon, la pequeña ciudad del sureste de Francia, comenzó a vivir al ritmo del juicio. La movilización feminista se intensificó, los restaurantes alrededor del juzgado se llenaron, pero con una diferencia bien conocida por los periodistas: aquellos lugares a los que iban los acusados y los otros que recibían a la parte acusadora.

"De unas pocas cámaras al principio, vimos la llegada de cámaras francesas, pero también extranjeras, de la prensa internacional, británica, estadounidense y española", recuerda Viken Kantarci.

En el vestíbulo de la sala del tribunal, se armó un ballet de cámaras, micrófonos e idas y venidas.

A partir de las 05H45 de la mañana, personas anónimas se agolpaban frente al juzgado -que abre sus puertas alrededor de las 08h15- para poder ingresar a la sala de transmisión con unos treinta asientos. Muchos esperaron en vano.

- El jardín de un hotel -

Al margen de los debates, a los que no se puede asistir, los camarógrafos y fotógrafos inmortalizaron los actos que ocurrían en paralelo: las canciones, los mítines, y dieron la palabra a los partidarios de la familia Pelicot, a los sociólogos, a los habitantes de Mazan, donde ocurrieron los hechos.

Dentro de la sala del tribunal, Benoît Peyrucq hizo sus ilustraciones de prensa, incluidas las del acusado Dominique Pelicot que han dado la vuelta al mundo.

Entre las imágenes para el recuerdo, destacó la de Gisèle Pelicot, "con la cabeza en alto", cruzando la sala entre aplausos, gente que formó una guardia de honor y que le llevaron ramos de flores.

Todo lo contrario respecto a los acusados que comparecieron en libertad, y que ha medida que pasaron los días del juicio aparecían con gorras, máscaras y capuchas para preservar su anonimato, algunos de ellos "más agresivos con los periodistas", compara Viken Kantarci.

"Dejamos mucho espacio a Gisèle Pelicot y su familia, porque podemos imaginar lo que han tenido que soportar", cuenta por su parte Christophe Simon, fotógrafo de AFP desde hace casi 40 años. Ha habido en esta cobertura un respeto y una delicadeza que no ha visto con otras historias mediáticas que cubrió.

A diario el fotoperiodista creó un lazo con la víctima y sus abogados. "Un día me caí delante de ella y ella misma me levantó", recuerda.

El 23 de octubre, los abogados de Gisèle Pelicot acceden a su pedido de participar en una sesión de foto con ella y se dan cita a media tarde en el jardín de su hotel.

"Fue un momento ameno", dice Simon. Él le confía que ha cubierto guerras, zonas de riesgo y que tiene dificultades para salir de "la oscuridad". Le dice, también, que frente a lo que ella está pasando, la encuentra "impresionante".

"Parecía sorprendida e interesada", dice el fotógrafo, cuyos retratos de Gisèle Pelicot posando en medio de un jardín soleado, con los ojos plantados en el lente, se reprodujeron en la prensa mundial.

- Hechos sórdidos -

La crudeza de estos cuatro meses de juicio. "La repetición de la violación de una mujer es algo que obviamente marca mucho, y también nos damos cuenta de hasta qué punto este caso ha roto una familia", explica Isabelle Wesselingh, entonces directora de la oficina de Marsella, que coordinaba toda la cobertura con su adjunto Olivier Lucazeau.

"Lo que puede parecer complicado es que hay que tener en cuenta que un juicio requiere un debate contradictorio, dar una palabra justa a la defensa, cuestionar las cosas, lo que no significa minimizar el sufrimiento", explica.

En línea con las directrices editoriales de AFP sobre la cobertura de la violencia sexual, el equipo se ha ceñido a la terminología que debe adoptarse para diferenciar "el voyeurismo y la cobertura de hechos a veces realmente sórdidos, teniendo siempre en cuenta la dignidad de las víctimas", añade.

El tribunal había prohibido inicialmente al público y a los periodistas acceder a los videos, filmados y subtitulados por el acusado, Dominique Pelicot, una decisión a la que se opusieron las partes civiles para que se pudiera mostrar todo.

David Courbet estaba "más bien a favor" de verlos. "En la audiencia, me di cuenta de lo importante que fueran vistos, porque son elocuentes y conforman el juicio.

Para hacer frente a la brutalidad, el periodista trata de aferrarse a "imágenes de la vida cotidiana".

Gisèle Pelicot "estaba acostada, sin reaccionar (...) Podíamos escuchar claramente los ronquidos", dijo Philippe Siuberski, un periodista de AFP basado en Montpellier, que también ha estado cubriendo el juicio desde la apertura.

"Hacemos nuestro trabajo como periodistas, pero no es necesariamente algo que sea muy agradable de ver. Lo miraba durante 2-3 segundos, luego volvía a mis notas, veía la reacción de Dominique Pelicot, la de Gisèle Pelicot... ", añade el periodista, que un día prefirió abandonar la sala antes de la emisión de un video de 15 minutos.

"Más que las palabras, la imagen se queda en la retina y eso puede despertar cuerdas sensibles", dice Siuberski, trazando un paralelismo entre lo que vivió en Aviñón y lo que vivió durante la cobertura del juicio del pedófilo Marc Dutroux, juzgado en 2004 en Arlon (Bélgica) por secuestro, rapto, violación y asesinato de niñas y adolescentes.

- "Gracias Gisèle" -

Por casualidad del calendario y del personal de que disponía AFP Marsella, este juicio tan simbólico de la violencia sufrida sobre todo por las mujeres, fue cubierto casi exclusivamente por hombres.

"Idealmente, habría sido bueno tener un binomio hombre-mujer, pero tuvimos que lidiar con la disponibilidad y las reticencias que hechos como estos pueden suscitar, y respetarlos", explica Isabelle Wesselingh.

Sin embargo, es "interesante de tener hombres confrontados a cuestionamientos sobre la masculinidad, el comportamiento de 50 hombres comunes" para "ampliar la mirada de la violencia contra las mujeres".

"De hecho, esto me hizo plantearme el tema del consentimiento", reconoce David Courbet. "Este juicio nos obliga como hombres a hacernos preguntas sobre nuestro comportamiento pasado, presente y, especialmente, futuro", afirma.

Para Philippe Siuberski, el impacto se debe principalmente a la personalidad de Gisèle Pelicot, que "nunca se salió de la línea de lo que quería decir" con "fuerza y mesura". "Es bastante admirable", agrega.

"Es difícil" ponerse en sus zapatos, dice Viken Kantarci. "Como periodista no debería, pero quiero decir +Gracias+".

Declaraciones tomadas y editadas por Jessica Lopez

bur/jl/pb/mb




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