El respaldo político y económico de Elon Musk a Reform UK, el partido ultranacionalista del británico Nigel Farage, que incluye la posibilidad de una cuantiosa donación de cien millones de dólares, plantea una serie de aristas que desbordan los usos habituales de la política y es natural que la noticia haya puesto de cabeza a los partidos tradicionales británicos. No sólo mueve a escándalo que un multimillonario añada a golpe de chequera un partido político a sus cuantiosos medios económicos y tecnológicos, sino que Musk es un miembro relevante del Gobierno de Estados Unidos que ha decidido interferir de forma indisimulada en la vida política de otra nación. Aunque la legislación británica restringe las donaciones del exterior, la normativa no fue concebida para limitar la capacidad de los dueños de plataformas digitales que pueden burlar los límites. Y más aberrante resulta que sean los nacionalistas de Farage los que pongan a la venta su autonomía a un empresario extranjero.