Entender el siglo XXI: la ciencia política como clave para el futuro
El mundo actual vive una serie de retos y transformaciones sin precedentes. Desde la construcción de la paz en Ucrania o Medio Oriente, los disruptivos avances tecnológicos como la llegada de la inteligencia artificial, la reconfiguración de alianzas globales o la polarización social, estos desafíos demandan la formación de profesionales con una base sólida en áreas clave como la ciencia política. Más que nunca, es imperativo cultivar en los futuros tomadores de decisión habilidades como el pensamiento crítico, la capacidad de análisis y una visión estratégica que les permita entender y navegar los complejos cambios que seguiremos viviendo en las próximas décadas. Si bien el abanico de temas que afectan a la sociedad es muy amplio y diverso, existen tres ámbitos clave en donde es esencial actuar para poder impulsar el cambio y marcar una diferencia significativa.
Empiezo con la ciencia y tecnología. Ambas disciplinas han avanzado a una velocidad que nos ha obligado a redefinir constantemente la sociedad en la que vivimos. Si bien la tecnología en general, o la inteligencia artificial en particular, nos brindan herramientas fascinantes que entretienen y facilitan algunos aspectos de nuestro actuar diario, éstas suponen también una serie de oportunidades y retos profundos de carácter social, político y ético que requieren un abordaje de máxima prioridad. Estas acciones van desde la redefinición (o creación) de marcos regulatorios, el futuro de los puestos de trabajo, cambios en la legislación laboral, hasta la apertura de debates filosóficos sobre derechos humanos y otros como la protección de la privacidad. Es por ello que es imprescindible formar expertos que sean capaces de formular políticas públicas que garanticen un equilibrio sano entre progreso y bienestar.
En segundo lugar, la educación y salud. La pandemia de COVID-19, que recluyó en sus hogares a gran parte de la población mundial durante los primeros años de la presente década, marcó un antes y un después en nuestra comprensión de los sistemas de salud, las políticas educativas y el papel del Estado ante las crisis y emergencias globales. Asimismo, la pandemia dejó al descubierto las profundas desigualdades estructurales entre países. Esto se manifestó, entre otras cosas, en la capacidad de gestión por parte de los sistemas de salud, el acceso desigual a las vacunas y su distribución y, por supuesto, las diferencias en los recursos educativos y el impacto de la disrupción en la escolaridad de los países en desarrollo. Los expertos en salud coinciden en que la aparición de otras crisis sanitarias a gran escala es inevitable. Por ello, es necesario contar con cuadros expertos en políticas públicas que planteen las reformas necesarias para la promoción de soluciones adaptadas a contextos locales que garanticen el acceso equitativo a la salud y a la educación. Finalmente, clima, energía y medioambiente. El cambio climático representa la mayor amenaza global de nuestra era. Las catástrofes naturales, la pérdida de biodiversidad y las crisis humanitarias asociadas a fenómenos relacionados con el clima están ocurriendo con mayor frecuencia y gravedad a lo largo y ancho del planeta. Además del conocimiento técnico y científico, este fenómeno requiere de un enfoque político que fomente, por ejemplo, la cooperación público-privada, la creación de consensos y la formulación de políticas realizables que promuevan la reducción de emisiones y la transición hacia energías limpias.
Así pues, el estudio de la ciencia política no se limita solo al conocimiento de formas y sistemas de gobierno o la opinión y comportamiento de la ciudadanía. Es, en cambio, una herramienta esencial para enfrentar los retos del siglo XXI. A menudo se tiene la percepción de que quienes se especializan en esta disciplina poseen un conocimiento amplio pero superficial de diversos temas, sin llegar a ser verdaderos expertos en ninguno de ellos. Sin embargo, y como se ha detallado, esta noción es errónea: el estudio de la ciencia política aplicada en campos específicos como la tecnología, el cambio climático o la salud permite aportar una perspectiva única al combinar análisis sociales y comprensiones humanísticas con áreas que suelen considerarse técnicas y concretas ¿Estamos preparados para los desafíos del futuro?