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El rey reclama a los políticos "serenidad" para rebajar "el ruido de fondo que impide escuchar a la ciudadanía"

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Felipe VI reclama en su mensaje de Navidad una "coordinación mayor y más eficaz" tras la DANA, defender la "noción del bien común" y que las ayudas lleguen "cuanto antes", mientras iguala el acceso a la vivienda y la inmigración como problemas de España sin una sola mención a la violencia machista

El jefe de la Casa Real incentiva un nuevo perfil político de Felipe VI

El rey Felipe VI ha reclamado en su tradicional mensaje de Navidad “serenidad” en el debate público para rebajar “el ruido de fondo que impide escuchar a la ciudadanía”. El jefe del Estado ha considerado “legítima” la “contienda política”, pero ha advertido de que “en ocasiones” es “atronadora”, lo que puede impedir “escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad”. El rey, que cumple 10 años en el trono sin una sola mención a la efeméride, ha exigido además una “coordinación mayor y más eficaz” tras la DANA, mientras ha señalado el riesgo de que una mala gestión de la reconstrucción haga perder a los españoles la “noción del bien común”.

Felipe VI ha dedicado buena parte de la alocución de este martes precisamente a los afectados por la riada que anegó buena parte de la provincia de Valencia el pasado 29 de octubre y provocó al menos 223 muertos. “Un hecho difícil de asumir”, en palabras del jefe del Estado, “pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer”.

El rey ha elegido la tragedia de València como su particular 23F. Si el intento de golpe de Estado de 1981 permitió a Juan Carlos de Borbón legitimarse como rey demócrata tras haber heredado el cargo directamente del dictador Francisco Franco, los estrategas de la Casa Real han visto una oportunidad en la desafección política que ha provocado la DANA y la disputa posterior por las responsabilidades políticas por la gestión del propio 29 de octubre.

Felipe VI ha viajado tres veces a Valencia en menos de dos meses. Primero, a Paiporta, acompañado de su esposa y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien fue agredido y tuvo que abandonar la comitiva. Después asistió a la misa privada organizada por la Archidiócesis de València. Y este pasado fin de semana repitió, esta vez también con sus dos hijas, en un viaje que el Palacio de la Zarzuela tildó de “privado” como justificación para no haber avisado al Gobierno ni a las autoridades locales.

El jefe del Estado se apoya en esas visitas, y en las conversaciones mantenidas con los habitantes de las zonas más afectadas, para hacer una exigencia a los políticos. “Hemos comprobado —y entendido— la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones”. Unas “emociones”, continúa, que “surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común”.

Pero Felipe VI ve esa defensa del “bien común” en riesgo precisamente por lo que considera una mala gestión de la tragedia. “Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política”. El rey señala en la reconstrucción una oportunidad para revertir esa supuesta pérdida de conciencia común que ha podido provocar la riada. “Que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten, para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado”, ha apuntado, para concluir: “Cuanto antes lo consigamos, más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país”.

Precisamente, Felipe VI ha elegido como acompañamiento a su discurso una fotografía, de los primeros días después de la DANA, que recoge el trabajo de los voluntarios y de las Fuerzas Armadas para limpiar los municipios afectados por las riadas.

Contra la crispación

Felipe VI engarza en su discurso la tragedia de la DANA y la desafección política que, cree, puede generar, con una petición expresa a los políticos para que rebajen el tono del debate público. “Es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad”, ha afirmado. “Serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan”, ha añadido.

El jefe del Estado ha sostenido que no podemos permitir “que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía”, y ha apelado a “impedir que la diversidad” de opiniones “derive en la negación de la existencia de un espacio compartido”.

Felipe VI ha reivindicado la “historia portentosa” de España, “pese a sus capítulos oscuros” y “modélica en el desarrollo democrático de las últimas décadas, derrotando incluso el acoso terrorista que tantas víctimas causó”. El rey ha hecho esa breve mención al terrorismo de ETA, pero en las 1.806 palabras de su discurso no han tenido cabida las 46 mujeres asesinadas por hombres en 2024.

El jefe del Estado ha cambiado el habitual escenario de sus mensajes de Navidad y ha elegido el Palacio Real. En concreto, el Salón de Columnas, donde el monarca entregó las condecoraciones de la Orden del Mérito Civil con motivo del X aniversario de su coronación. Es la segunda ocasión que se realiza el mensaje de Navidad de Felipe VI desde el Palacio Real. La anterior fue en 2015, en el Salón del Trono.

El rey también ha hecho hincapié en que España es “un país con un presente que, pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusión social, resulta prometedor al observar el comportamiento de nuestra economía –en términos, entre otros, de crecimiento, empleo o exportaciones– y el nivel general de nuestro bienestar social”.

Vivienda e inmigración

El protagonismo de la DANA y de la crispación política ha sacado del discurso otras referencias habituales del rey a los problemas que afronta España. Pero Felipe VI ha querido mencionar dos concretos y colocarlos al mismo nivel: el acceso a la vivienda y la gestión de la inmigración.

El jefe del Estado ha asegurado que “la inmigración es un fenómeno complejo y de una gran sensibilidad social” que puede llegar a ser peligrosa porque, pese a ser “una realidad cotidiana” también “pueden derivar –sin la gestión adecuada– en tensiones que erosionen la cohesión social”.

El rey ha apelado al “esfuerzo de integración, que corresponde a todos”, además de al “respeto –también de todos– de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo”, así como al “reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece”. “La manera en la que seamos capaces de abordar la inmigración –que también precisa de una buena coordinación con nuestros socios europeos, así como con los países de origen y tránsito– dirá mucho en el futuro sobre nuestros principios y la calidad de nuestra democracia”, ha zanjado.

Felipe VI ha situado el origen del problema de la vivienda en la falta de “oferta” de pisos, sobre todo en las grandes ciudades. “Las ciudades, en especial las grandes urbes, actúan como polos de crecimiento y generan una demanda que la oferta no alcanza a satisfacer”, ha dicho en su mensaje navideño. El rey ha asegurado que el de la vivienda es un conflicto que atañe especialmente “a los jóvenes”, que buscan “oportunidades” y superan “los obstáculos a base de mérito y esfuerzo”.

Para abordar este problema, el rey ha pedido “que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que ese diálogo conduzca a soluciones que faciliten el acceso a la vivienda en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos, pues ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida”.

En el décimo discurso navideño de Felipe VI destaca la ausencia total de referencias directas o indirectas a la figura de su padre o a la honestidad, más o menos genérica, en la que sí ha hecho hincapié en otros mensajes. Este mismo año se ha conocido que Juan Carlos de Borbón ha creado un nuevo vehículo financiero en su exilio de Abu Dabi para ordenar el legado económico que recibirán sus herederos a su muerte. Una herencia a la que el rey y su hija, la Princesa de Asturias, prometieron renunciar.




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