Grapas, protestas y “Lo Niño”
La ebullición política se sentía a cada palmo del territorio nacional. El pueblo rugía de furia como un león enjaulado que ha logrado su libertad. Se acabó de zafarse del yugo de la tiranía de Trujillo y su alegría la manifestaba de diferentes formas, incluyendo las consignas y los cantos populares.
¡Ay que Navidad, Navidad, Navidad con libertad!, pegajoso estribillo del merengue de Luis Alberti que canta Vinicio Franco, como material de propaganda de la agrupación política Unión Cívica Nacional (UCN).
Esta expresión a ritmo de merengue se convirtió en una consigna nacional y se escuchó en todos los rincones de los pueblos y ciudades.
La gente lo tarareaba mientras realizaba infinidad de actividades. La ciudadanía festejaba la llegada de la Navidad después del ajusticiamiento del tirano, Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Asesinan fiscal en Barahona
En medio de esos festejos llegó a Tamayo la infausta noticia de la muerte del entonces fiscal de Barahona, Rafael –Fello-Méndez, asesinado en esa ciudad por una patrulla militar.
El fiscal Fello Méndez, mártir de Barahona y uno de los muchos mártires que produjo el pueblo dominicano para la época, cayó abatido mientras encabezaba en un jeep Willis “La caravana de la libertad”, la cual recorría a la hora del aciago hecho, las calles de barrios de esa entonces emergente y próspera ciudad, la Perla del Sur.
A partir de la muerte de Trujillo y del inicio de las luchas continuas que desató el pueblo para sacar del país a familiares y acólitos del tirano, no hubo sosiego en toda la geografía nacional.
Los partidos que se habían creado, algunos en el exterior como lo fue el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), así como sectores de la sociedad y de los trabajadores comenzaron a organizarse en gremios choferiles y de obreros, y un solo grito retumbó en movilizaciones que coparon avenidas, calles y callejones: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Las protestas se incrementaron y entre estas acciones se habían agotado 11 días de huelga general para lograr la salida del país de los remanentes del trujillismo.
¡Ay que Navidad, Navidad, Navidad con libertad!
Cuando todo el mundo creía que la democracia se iba a enseñorear y comenzar a fortalecerse en la sociedad dominicana, con el triunfo en las elecciones de 1962 del PRD bajo la égida dirigencial del emérito líder político, Profesor Juan Bosch, quien estuvo acompañado de una camada de connotados dirigentes y personalidades, muchos de los cuales habían regresado del exilio a que fueron sometidos por la dictadura.
Bosch y Tavárez Justo
Siete meses después, el gobierno del Profesor Bosch fue derrocado mediante un golpe de Estado realizado por grupos militares aupados por potencias extranjeras, empresarios locales, sectores de la iglesia católica y políticos de derecha.
Esta incruenta destitución del gobierno democrático de Bosch conmocionó al país y a la izquierda política, especialmente al joven abogado y líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, quien en un mitin en el Parque Independencia proclamó: ¡Óiganlo bien, señores de la reacción, óiganlo enemigos del pueblo, enemigos del progreso: si imposibilitan la lucha pacífica del pueblo, el 14 de Junio sabe muy bien donde están las escarpadas montañas de Quisqueya y a ellas iremos…”.
El laudatorio “grito de guerra” llevó éste a las lomas de Las Manaclas, donde el 21 de diciembre de 1963, fue apresado junto a 15 combatientes que lo acompañaron en el movimiento guerrillero que había iniciado el 28 de noviembre 1963.
Tras recibir promesas del Gobierno del Triunvirato de respetar sus vidas si abandonaban las armas, éstos decidieron entregarse, pero “sus captores los fusilaron en el lugar de la detención”.
Estos hechos conmovedores no hicieron más que crispar el deseo de justicia del pueblo dominicano, lo cual se manifestó de diferentes formas. Fue así que, con el tiempo, y en el tráfago de estas luchas que, los otrora poderosos sindicatos choferiles, la Unión Nacional de Choferes Sindicalizados (UNACHOSIN) dominado por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y emergentes organizaciones de izquierda, llamaron a un paro nacional de actividades.
La convocatoria buscó parar al país como sea, mediante una variedad de métodos que incluyó la paralización del transporte público y privado, el comercio y las oficinas del Estado a nivel nacional.
El encargo
El llamado a huelga nacional se propagó “como pólvora” por todas las ciudades y pueblos. Tres días antes recibí un encargo proveniente de la capital a través de contactos del movimiento estudiantil y de la izquierda revolucionaria de Barahona. Se trató de una buena cantidad de fundas rellenas de “grapas retorcidas”.
La persona que nos llevó de manera clandestina los paquetes de grapas nos instruyó sobre cómo esparcir, regar las mismas en las principales calles del poblado y en las carreteras que conectaban a Tamayo con Vicente Noble, Uvilla, Barahona y Santo Domingo, con el propósito de impedir la salida de automóviles del lugar.
Nos explicó que las grapas debían lanzarse a las vías la noche anterior al llamado a huelga general. La misión, según las instrucciones del mensajero, era impedir el tránsito de vehículos en toda la zona. Se hizo lo propio, el encargo se repartió a otros activistas y la noche antes del paro se llevó a cabo la peligrosa tarea.
Los policías, cuyo cuartel está a la salida de la carretera que conduce a Uvilla, sospechaban que se preparaba algo en la comunidad y permanecían recelosos, vigilantes. Los estudiantes estábamos muy activos, movilizándonos y, además, era un pueblo pequeño donde los rumores “corretean como agua sin rumbo”.
Yo vivía a pocas cuadras detrás del cuartel de la policía. Nos separaba la finca guineera, un canal de regadío o regola y la “traba de gallos” de don Humberto Michel, un reputado ciudadano que comercializaba con guineos para exportación.
Lanzar grapas en patio PN
Estuve en vilo hasta horas de la madrugada, a la espera de que mis padres durmieran profundamente para entonces escaparme y proceder a cumplir la misión.
Agarré las fundas de grapas que me tocaron distribuir y atravesé, en medio de una espesa y temible oscuridad, la finca de guineo de don Humberto hasta llegar a la carretera que conduce a Uvilla, casi detrás del cuartel.
Comencé a lanzar grapas desde la misma cercanía del cuartel, en la proximidad de la única estación de venta de gasolina del lugar. Seguí a todo lo largo de la carretera. Cuando terminé, regresé a mi casa y me acosté. Dormí profundamente hasta tarde del otro día.
Al levantarme di seguimiento por la radio a los acontecimientos políticos, especialmente lo relativo al paro nacional de choferes que, dicho sea de paso, fue todo un éxito. En horas de la tarde mis padres y algunos vecinos conversaban y se lamentaban de lo ocurrido.
-“¿Qué es lo que está pasando?”, pregunté.
-“Oh, la policía detuvo a Lo Niño y le ha dado muchos golpes. Lo acusan de haber lanzado grapas en la carretera”, dijeron.
Quedé absorto, como si me hubiera congelado, aturdido, al recibir esa noticia. Caramba, tenía que ser mi primo Lo Niño. Y todo por mi culpa. Pensar que fui el causante de esa situación, pero no podía decirlo y eso me causó “una carga de conciencia”. “Lo Niño” era nieto de doña Manuela, la esposa de “tío Franciscolo”.
Aunque amante de los tragos, como muchos otros labriegos del lugar, Lo Niño era uno de los hombres más trabajadores. Tenía una rutina diaria no envidiable en labores agrícolas. Tenía la costumbre de irse bien temprano, casi de madrugada, a realizar intensos trabajos en los conucos de Franciscolo, su abuelo, y regresaba en horas de la noche.
Para ir a los conucos, Lo Niño tenía que pasar por el frente del cuartel de la policía. Eso dio lugar a que los agentes sospecharan de él.
-“La policía cree que fue él lanzó las «grapas» retorcidas. Ocurre que pasó muy temprano frente al cuartel cuando iba para sus predios agrícolas, eso fue todo”, expresó Carmelo, un vecino del destacamento policial. –“Pero Lo Niño no sabe de eso, éste solo se dedica a trabajar en las tierras de su abuelo…”, agregó.
Después de una pausa, Carmelo dijo que esa acción es cosa de “agitadores de izquierda que quieren tumbar al gobierno y Lo Niño no es gente de eso”. Hizo otra pausa, me miró fijamente a los ojos con una mirada escrutadora, y acotó:
-“Tienen que ser esos revoltosos, los llamados revolucionarios que vienen de Barahona y de la capital, y hacen compinches con gentes de aquí, del pueblo”. –“Tu eres muy joven e inteligente, ¿entiende lo que te digo, verdad?”.
*El autor es periodista.
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