Horacio habla en una de sus epístolas sobre un hombre que solía ingresar a los teatros vacíos. La pasaba feliz y aplaudiendo, seguro de que estaba ante una gran obra. “En las restantes cosas llevaba una vida normal: buen vecino, sin duda; huésped atento, y amable con su mujer; capaz de disculpar a un esclavo”. Sus parientes y amigos se empeñaron en normalizarlo. Le dieron montones de pócimas hasta meterlo en sus cabales y borrarle toda fantasía teatral. Él les dijo: “No me han salvado, sino que me mataron al arrancarme mi gusto y quitarme a la fuerza un delirio tan grato”.Quizás Chéjov pensaba en esto cuando escribió “El monje negro”. La historia de Kovrin, un brillante intelectual, licenciado en filosofía. Genera sus ideas al conversar con un monje que se le aparece sólo a él. La mujer y el suegro se preocupan por tal excentricidad, así es que deciden curarlo. Lo mandan a descansar al campo, le dan bromuro de potasio y leche tibia. Al fin, logran que desaparezcan las “alucinaciones” del monje. Al mismo tiempo desaparece el talento de Kovrin.Allá en mi infancia, me mantuvieron alejado del abuelo porque hablaba solo. “Está loco”, me decían. Yo escuchaba al otro lado de la puerta sus autoconversaciones que no alcanzaba a entender. Incluían risas y enojos. Ahora pienso que prefería hablar solo que con mi abuela.Lo más natural en una persona a la que para estar consigo le basten sus pensamientos es que converse sola. Si lo hace en silencio, nadie opina al respecto. Si le pone voz, entonces se le tilda de loco.Sócrates debió dialogar más consigo mismo y menos con otros.No hay mejor diálogo con uno mismo que escribir. Aunque puede ser pésimo diálogo si uno no tiene nada rico en la cabeza. Entonces mejor comenzar por el otro buen diálogo que es leer.El que ora supone que habla con dios, pero habla consigo mismo. El que reza un rosario no habla ni con seres celestiales ni consigo mismo.La antigüedad le daba altura a la locura. Algo tenían de divino los enajenados. En cambio hoy, si alguien va a la plaza pública y se encuentra a un hombre clamando “yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”, lo tomará por un trastornado.A Juan el Bautista se le escuchaba aunque su audiencia tuviera que soportar sus insultos. Daniel decía cosas sin sentido, pero había que esforzarse para inventarles significado. “Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía”. Palabras que en el presente irían a parar a las cajas de cerillos Talismán, si es que todavía existen.Hoy ya no se les abre la puerta a los locos, salvo en la política.AQ
Путинцева о том, как с травмой колена победила Швентек на «Уимблдоне»: «Думала: блин, пусть после этого матча вообще больше ничего не сыграю, но ее я сегодня обыграю»