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Декабрь
2024

Guerra, protestas y ciclones: Mozambique al borde del abismo

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No sale en el televisor, pero existe igualmente. Mozambique. Una nación dos veces mayor que Alemania, ubicada en África Austral y que arrastra tras de sí diez años de guerra de independencia contra Portugal, quince años de guerra civil y cincuenta años de gobierno ininterrumpido por parte del partido político conocido como el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO). Un país cuya renqueante economía, asediada por la corrupción y el socialismo desmembrado, sobrevive gracias a las exportaciones de carbón a la India y, más recientemente, por medio de las formidables reservas de gas natural licuado halladas en el norte, en la provincia de Cabo Delgado.

Tres crisis de extrema gravedad atenazan hoy al país africano: la guerra en Cabo Delgado, las protestas contra el gobierno acontecidas durante los dos últimos meses y el reciente paso del ciclón Chido. Estas tres crisis corren el peligro de crear una tormenta perfecta que empuje a Mozambique hacia una crisis humanitaria cuyas consecuencias podrían despertar a los fantasmas de la guerra civil.

La guerra en Cabo Delgado

El conflicto comenzó en 2017, apenas siete años después de que las primeras introspecciones descubrieran una de las mayores reservas de gas natural licuado (GNL) halladas en el mundo en las últimas décadas. Grupos fundamentalistas islámicos vinculados a Al Shabaab, cuya principal zona de operaciones se ubica en Somalia, iniciaron entonces un proceso social y político en 2015 que derivó dos años después en las primeras acciones violentas. El conflicto gravita en torno a la cuestión religiosa, pero también viene afectado por la gestión de los recursos y las profundas carencias económicas que vive la población local y que facilitan el reclutamiento de jóvenes que buscan un salario fijo y cuotas de poder que les permitan olvidar su situación miserable.

Desde el inicio de la insurgencia han patrullado por el país numerosas misiones internacionales. Ya sean mercenarios sudafricanos, operativos del Grupo Wagner, tropas de diversos países de África Austral, militares ruandeses e incluso una misión de asesoría y entrenamiento europea (EUMAM-Mozambique) formada por una mayoría de tropas portuguesas. Pese a considerarse un conflicto de baja intensidad, el desgaste que ha supuesto a nivel local es importante. Alrededor de 830.000 desplazados internos han tenido que huir de sus hogares y un elevado número de carreteras sufren cortes continuos que dificultan el transporte de personas y productos. Prácticamente desde sus inicios, esta guerra ha puesto en duda las capacidades del gobierno mozambiqueño a la hora de defender a su población, donde son habituales las denuncias que señalan a militares corruptos e intereses ocultos que explican la prolongación del conflicto.

Se suman las recientes quejas de la población local en lo referente a las actuaciones de las fuerzas ruandesas (subvencionadas con dinero europeo) sobre el terreno, a las que acusan de cometer abusos. En general, la guerra de Cabo Delgado proyecta un malestar a nivel nacional que debilita la cohesión social y la posición del FRELIMO. Una realidad que afecta directamente a la siguiente crisis a tratar.

Las protestas postelectorales

Mozambique atravesó las elecciones presidenciales del pasado 9 de octubre sin pena ni gloria. La participación fue inferior al 50%, tal y como se esperaba, y el FRELIMO resultó ganador con un 70.67% de los apoyos. Habría que recordar que el FRELIMO es el único partido que ha gobernado Mozambique desde su independencia en 1974, actuando por medio de un sistema autoritario y habituado a las denuncias por parte de las organizaciones humanitarias. Palabras como represión y censura son comunes en el país. Sin embargo, las últimas elecciones trajeron una alternativa esperanzadora para la juventud mozambiqueña, representada en la figura de Venancio Mondlane. Mondlane es el fundador del Partido Optimista para el Desarrollo de Mozambique (PODEMOS), y las últimas elecciones le confiaron el liderazgo de la oposición, tras conseguir más de un 20% de los votos.

Al anunciarse a finales de octubre la enésima victoria del FRELIMO, Mondlane llamó a sus seguidores a rechazar los resultados. Comenzaron las manifestaciones, reprimidas con dureza, que rápidamente derivaron en protestas. Se contaron los primeros muertos. Cinco, diez, veinte muertos. Las protestas continuaron en las principales ciudades del país, con especial impacto en la capital, Maputo. Como respuesta a los desórdenes sucedidos, la policía mozambiqueña emitió una orden de arresto contra Mondlane, que huyó poco después a Sudáfrica. Se desconoce su paradero actual.

Tras confirmar este martes el Tribunal Constitucional la victoria de Daniel Chapo, candidato de FRELIMO, las protestas arreciaron. Ya van 134 muertos contabilizados, según la plataforma electoral DECIDE, entre los que se encuentran al menos tres policías, mientras que el gobierno señala que los manifestantes están realmente coordinados por los grupos armados que operan en Cabo Delgado. Sus acusaciones se basan en la reciente fuga de 1.500 presos de una cárcel ubicada a 15 kilómetros de Maputo, entre los que se encontraba al menos una treintena de terroristas.

El ciclón Chido

Si esta serie de catastróficas desdichas no fuera suficiente para la población mozambiqueña, el paso del ciclón Chido y sus crueles consecuencias pueden suponer la gota que colme el vaso. El desastre natural devastó el norte del país durante el segundo fin de semana de diciembre y destruyó 39.000 hogares, afectando a una cifra estimada de 329.000 personas. Un 65% de las cuales son de la provincia de Cabo Delgado. Más de 100 personas murieron tanto en Mozambique como en Malaui, pero es en el primer país donde las consecuencias se están probando más graves.

La incapacidad del gobierno a la hora de hacer frente a la crisis debilita aún más su autoridad. Además, la precaria situación en la que sobreviven los desplazados de Cabo Delgado ha multiplicado los efectos devastadores del ciclón, sumando una desgracia a la desgracia ya existente. El ciclón abre una nueva temporada de lluvias que se teme que podría ser especialmente fuerte durante los próximos meses… un temor que hace pensar que los desastres naturales que sufrirá Mozambique en un futuro cercano no han hecho más que comenzar. Medio centenar de centros de salud se han visto afectados por el ciclón; un importante revés a la hora de hacer frente a las labores de asistencia humanitaria. Además, se han visto dañadas fuentes de agua potable y sistemas de electricidad.

La labor fundamental de las organizaciones internacionales (Médicos Sin Fronteras, Naciones Unidas, etc.) ante las carencias del gobierno se suman a las carencias demostradas previamente en el contexto de la guerra de Cabo Delgado. No cabe duda de que el paso del huracán Chido trae consigo consecuencias económicas y medioambientales, pero también económicas y sociales, que se suman al descontento popular expresado en las protestas que hace dos meses que afectan a la nación africana. Daniel Chapo jurará su cargo próximamente en un contexto sumamente volátil. Deberá continuar la guerra en Cabo Delgado, pero además tendrá que calmar a una población furiosa tras 50 años sin cambios políticos que satisfagan las necesidades de los mozambiqueños. La reconstrucción de las zonas afectadas por el ciclón Chido podría ser una prueba que, de superarla, le permitirá ganar esa legitimidad que su partido ha perdido en las últimas décadas.




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