En solo una mochila, Samuel Carballares lleva todo lo necesario para sacar una sonrisa a los numerosos mendigos que ya son un elemento más del paisaje del centro de Madrid. «Pocos nos miran y menos nos ayudan», lamenta Manuel, un portugués de 60 años que duerme en la calle de Preciados, en el descansillo de las tiendas una vez apagan las luces y bajan las persianas. Conoce al joven argandeño de hace unos meses, cuando se acercó a él, se presentó y le ofreció un corte de pelo gratis. «Se hace más hablando con ellos, transmitiéndoles que pueden salir de esta», señala este barbero. Acaba de cumplir 17, pero desde los 14 años ya era consciente de que su vocación...
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