Por Ángela Segovia. Hace poco fui a visitar el monasterio de la Encarnación. Era raro que no hubiera ido antes, siendo de un pueblo tan cercano a Ávila. Entré en el primer recibidor. Algunas de las puertas se conservan desde la época en que vivió allí Santa Teresa. También hay varias pinturas murales de la santa que las monjas encargaron luego, después de su muerte. Tras una de las puertas está el monasterio donde las carmelitas descalzas siguen haciendo su vida. No hay calefacción y los hábitos que llevan continúan siendo fríos para el invierno y demasiado cálidos para el verano. [...]