En 1953, cinco años después de contar la historia en un libro de relatos con el mismo título (su primera publicación fue, sin embargo, en 1925), Agatha Christie estrenó en Londres su obra ' Testigo de cargo ' ('Witness for the Prosecution'). La obra tiene el inconfundible sello de su autora, la 'reina del crimen', como se la conoce (entre otros 'títulos') con toda la razón del mundo; es sin duda la reina del género policíaco, que cultivó en la novela (más de sesenta títulos) y en el teatro (más de una veintena de obras). 'Testigo de cargo' relata el juicio que se sigue contra un joven acusado de asesinato a quien parece difícil librar de la prisión, lo que intenta un veterano abogado, célebre por no haber perdido nunca un caso. Agatha Christie retuerce la intriga en varias ocasiones hasta desembocar en un sorprendente final. Todo tiene un distintivo perfume británico (clásico, estamos en los años posteriores a la II Guerra Mundial), especialmente marcado en el protagonista, el abogado Sir Wilfrid Roberts, con un característico sentido del humor, que Roberto Santiago ha mantenido en su estupenda versión. Fernando Bernués rinde homenaje a Agatha Christie y su esquemática puesta en escena (unas butacas de pianista son prácticamente los únicos elementos escenográficos) simboliza una hoja en blanco en la que se va 'escribiendo' la historia a la vista de los espectadores, 'convertidos' en el jurado del juicio. Es el marco el que le da contemporaneidad a la función, liderada por Fernando Guillén Cuervo, que llena de retranca su interpretación de Sir Wilfrid Roberts.