Alonso Caparrós rescata el formato de ‘Furor’ para eventos de empresas
Este icónico formato de la televisión de los años 90, que marcó a toda una generación con sus batallas musicales y retos de diversión, regresa con un nuevo formato dirigido a eventos para empresas, adaptado a los tiempos actuales y con la promesa de conquistar tanto a los nostálgicos como a las nuevas generaciones.
Alonso Caparrós, el alma del programa
La presencia de Alonso Caparrós como presentador es clave para mantener el espíritu de ‘Furor’. Su experiencia y cercanía lo convierten en la figura ideal para capitanear esta etapa.
Caparrós, que ya es un rostro familiar en el panorama televisivo, gracias a sus trabajos también en ‘Sálvame’ o ahora en ‘Espejo Público’, asegura que esta temporada mantendrá la esencia del programa original, con un toque fresco y moderno.
‘Furor Team Building’
‘Furor’ ha encontrado un espacio en el mundo corporativo con su propuesta ‘Furor Team Building’. Esta iniciativa, disponible para empresas y eventos privados, adapta el formato del programa a actividades diseñadas para fomentar el trabajo en equipo, la creatividad y el compañerismo.
Con una estructura dinámica y entretenida, ‘Furor Team Building’ es perfecto para quienes buscan una experiencia única y diferente para su equipo. Desde pruebas musicales hasta juegos interactivos, esta propuesta asegura diversión y cohesión grupal en un entorno inolvidable.
Historia y formato de ‘Furor’
El programa ‘Furor’ fue un concurso de televisión emitido en España por Antena 3 entre los años 1998 y 2001, con un regreso en 2006 a través de la FORTA.
Fue una adaptación del formato francés ‘La Fureur’, dirigido por Fernando Navarrete y presentado por Alonso Caparrós.
Mecánica del programa
El concurso enfrentaba a dos equipos de famosos: hombres contra mujeres. Durante cada episodio, los equipos competían en diversas pruebas relacionadas con música, habilidades y preguntas de cultura general.
Uno de los momentos más característicos tenía lugar cuando el equipo perdedor de una prueba debía interpretar un popurrí de canciones de manera exagerada y llamativa, con acciones como subirse a la mesa o interactuar con el público. Si el presentador consideraba que el espectáculo había sido suficientemente extravagante, otorgaba puntos al equipo para equilibrar el marcador.
El sistema de puntuación, sin embargo, no seguía reglas estrictas, ya que el presentador podía asignar puntos arbitrariamente o dar más valor a las últimas pruebas, asegurando una dinámica más lúdica que competitiva.