Efequenes, los enigmáticos círculos de piedra que sacralizan la Fuerteventura indígena
Estas estructuras, vinculadas a la cosmogonía de los majos y también a la ganadería, son exclusivas de la antigua Maxorata o Erbania
Capítulo 1 - Tindaya, el templo astronómico indígena que sedujo a Chillida
Poblado de Corrales de Las Hermosas (Pájara, Fuerteventura). “Mientras observaba los monumentos ciclópeos, le pregunto a Nona: ”¿Dónde están los círculos?“. Un poco más allá, me respondió. ¿Qué te apuestas a que los efequenes están justo en el punto en el que la cumbre de El Cardón empieza a verse?”. El astrónomo Juan Antonio Belmonte recuerda la conversación que mantuvo con la arqueóloga María Antonia Perera el día que visitó, por primera vez, este yacimiento de la antigua Erbania o Maxorata, nombre aborigen que recogen las crónicas de la segunda isla más extensa de Canarias. Unos años después, el pasado 17 de diciembre de 2024, el autor de este reportaje visitó este antiguo asentamiento indígena -con veinticuatro estructuras entre viviendas en ruinas y varios efequenes- y recordó las palabras de Belmonte porque cobraron sentido: “Empecé a caminar y justo en el momento que crucé el borde del efequén de piedras hincadas, divisé la cima de Montaña Cardón”.
Los efequenes son unos círculos, también denominados corrales, que salpican la geografía majorera. ¿Por qué los arqueólogos relacionan efequén con Fuerteventura cuando en otras islas, como en Gran Canaria, hay círculos con cierta similitud aunque en mucha menor cantidad y de menor tamaño? La respuesta es simple: la literatura de las crónicas tras la Conquista solo vincula ese término a Fuerteventura. Abreu Galindo cuenta que “sobre las estructuras denominadas efequenes o esequenes, las cuales eran redondas, de dos paredes de piedra y entre pared y pared tenían entradas, se ofrecían leche y manteca”.
Pedro Gómez Escudero, por su parte, también se ocupa de la arquitectura destinada a la devoción y registra que “disponían de templos en los que quemaban alimentos, cuyo humo servía para descifrar el futuro”, mientras que Tomás Marín y Cubas describió, como refleja Las Montañas Tocadas, -uno de los artículos científicos que nos ha servido de documentación para esta trilogía sobre la arqueoastronomía y cosmovisión de los majos- unos ritos en los que se “quemaba cevada en el sacrificio, y por el humo derecho o ladeado jusgaban la forma de mal o bien las cassas de sus moradas mui pequeñas y hediondissima a carniza, sebo, carne podrida…” (sic).
¿Los efequenes son iguales? ¿Estos círculos tenían la misma función? ¿Todos atesoran conexiones astronómicas? La respuesta a estos tres interrogantes es la misma: no. Pero hay matices… Y falta mucha investigación en una isla con gran potencial arqueológico –probablemente la segunda tras Gran Canaria- pero olvidada por la comunidad académica hasta hace bien poco. En el trabajo de campo, hemos comprobado diferencias geométricas: algunos son elípticos, otros son círculos casi perfectos y hay una tercera tipología que combina murallas relativamente rectas con curvas que unen sus lados. Hay yacimientos, como en Las Hermosas, donde encontramos los tres tipos, mientras que en el Valle de la Cueva –ver foto de portada-, hay dos simétricos pero uno es circular y otro más rectangular.
También hay diversidad constructiva, ya que la mayoría solo tienen un muro y otros, como el Corral de la Asamblea, es un doble muro (ver fotos más abajo). Los hay abiertos, con entradas marcadas por enormes piedras hincadas como Tablero de los Majos, también cerrados y, por último, hay variedad de tamaños; algunos superan los 70 metros y otros tienen poco más de una docena de metros de diámetro.
¿Se trata de estructuras ceremoniales como citan las crónicas o tienen otras funciones?, le preguntamos al arqueólogo Isidoro Hernández, director del Museo Arqueológico de Fuerteventura (MAF). “Algunos son interpretados como corrales para las cabras, las gambuesas que tenemos en toda la geografía insular, pero hay otros de escasa altura, que no superan los 50 centímetros, como dos de los círculos que hemos visto en Las Hermosas, y difícilmente podrían cumplir la función de corral. Es necesaria una actuación arqueológica para determinar el uso que podrían tener esos grandes círculos”.
La misma pregunta se la formulamos a Rosa López, técnica de Patrimonio en el Cabildo y cofundadora de la empresa de arqueología Arenisca. A diferencia de otros profesionales de una disciplina dada a la especulación y a la ensoñación, López es cauta y analítica como su colega Hernández: “No sabemos lo que son”. Probablemente, “algunos pudieran ser corrales, lugares relacionados con el pastoreo”. Le Canarien cifra en más de 40.000 las cabras que había en la Isla en el siglo XV –la centuria de la Conquista-, una tradición ganadera que se mantiene en la actualidad. “Hay otros círculos”, añade, “que difícilmente serían corrales porque tienen una altura muy baja”.
Existen otros círculos, en cambio, en los que se han encontrado huesos calcinados; es el caso de una excavación en la que Rosa López participó en un yacimiento del centro de la Isla. La arqueóloga matiza que esas estructuras no son como las aras de sacrificio de La Gomera. En consecuencia, “no podemos descartar diferentes usos”. Para indagar en el posible uso de un efequén, López recuerda que “es importante ver a qué estructuras están asociados”. En uno de los yacimientos funerarios más emblemático de la Isla “existen círculos de diferente tipología” en el entorno de las tumbas. Sin excavar.
Corral de la Asamblea
El mayor efequén de Fuerteventura es el Corral de la Asamblea, en el norte de la Isla. Es una enorme elipsis de 75 metros de longitud. Su diseño es más elaborado que la mayoría, dado que el muro tiene dos hileras de piedras hincadas, rellenadas con piedras y tierra. Está partido en dos mitades por una carretera. Algún investigador cree que se trata de un lugar de reunión, de ahí su nombre, pero es tan grande, en medio de un llano abierto a los cuatro puntos cardinales y zarandeado por el viento de manera habitual, que tendrían que dialogar a gritos. En absoluto se asemeja a un tagoror como los que hemos visto en Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote o El Hierro.
El historiador Luis Lorenzo Mata, inspector de Patrimonio durante décadas en el Cabildo Insular, enemigo de las especulaciones y fiel a su principio de que “muchas incógnitas se resuelven con sentido común”, considera que este enorme círculo “es una mareta, como tantas que hay en Fuerteventura para almacenar agua”. Su grosor y la altura de la pared en la parte inferior nos habla de un muro de contención. Esta estructura está en caída del sur a norte, siguiendo precisamente la pendiente de una colina cercana en la que son visibles las huellas de las escorrentías que nutrirían a la supuesta mareta. Mata aporta dos datos más: “El suelo, como vemos en el exterior, es de caliza, lo que impermeabiliza la base, mientras que su interior en la actualidad está totalmente colmatado de tierra, de sedimentos”. El director del MAF, Isidoro Hernández, también considera plausible esta hipótesis.
El yacimiento de Tisajoire, poblado majo en medio de un malpaís, tiene un círculo de piedras, con su interior colmatado de tierra, que algunos expertos, como la arqueóloga Rosa López, interpreta como una mareta. En un territorio tremendamente seco como el majorero, el uso de las maretas es fundamental en la agricultura, incluso en la actualidad, como también lo fue en Lanzarote. Hay constancia documental de que las maretas son de origen indígena, como refleja la carta arqueológica insular.
El astrónomo del IAC Juan Belmonte ha realizado mediciones en una treintena de esequenes o efequenes. Apenas ha encontrado conexiones astronómicas irrefutables, pero en algunos sí las ha certificado. No es el caso del Corral de la Asamblea, aunque sí ha observado que está ubicado “en un lugar muy llamativo porque justo donde la montaña [ubicada al norte del círculo] se une con el mar es por donde sale el sol en el solsticio de verano”. Belmonte ve otro indicio estelar: “El valle se otea perfectamente, y la zona marina que se ve es justo por donde salen todas las estrellas importantes para el campesinado, como las constelaciones de Tauro y Orión, además de Aldebarán, la estrella más brillante de Tauro”. Mientras otros estudiosos de la cosmogonía guanche calificarían de sagrado este efequén, estas coincidencias no son suficientes para el rigor científico que atesora Belmonte; en consecuencia, no lo califica de yacimiento astronómico.
En los Corrales de Las Hermosas tampoco encontró vinculaciones astrales. A pesar de su olfato cuando vaticinó que desde los efequenes se vería la cima del impresionante macizo de Montaña Cardón –con 691 metros de altura es la segunda elevación de la Isla-, y que él considera que “las ubicaciones de los círculos o de otros yacimientos no son gratuitas”, en este caso “El Castillete –denominación de la cumbre de esta montaña- es un referente topográfico, no astronómico”. Con todo, el científico del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) opina que “Corrales de las Hermosas es uno de los yacimientos más espectaculares de Fuerteventura”.
Tablero de los Majos
El efequén en el que sí se ha determinado una conexión astronómica es en Tablero de los Majos, en un remoto confín de la Península de Jandía, en el que difícilmente los nativos pastoreaban con sus cabras. De hecho, no hay ningún poblado ni registro arqueológico asociado a esta estructura. Juan Antonio Belmonte y César Esteban, pioneros en España de la astronomía cultural, calificaron de “impresionante” el paisaje que rodea al yacimiento: a occidente el mar salvaje de Cofete y a oriente, el pico de La Zarza, la mayor altura de Fuerteventura.
La entrada del efequén está marcada por dos piedras hincadas. Desde el centro del círculo, “encontramos que la salida del Sol ocurre, cuando el disco solar declina +cero grados 30 minutos, justo en la cima de la montaña”. Este fenómeno se produce “muy cerca del equinoccio y coincidente con la declinación promedio del Sol en el punto medio entre ambos solsticios”, explican los astrónomos en el artículo científico que publicaron para describir sus investigaciones.
La arqueología, la astronomía y la investigación de las fuentes documentales, como hemos visto, aportan datos sobre el origen y tipologías de estos círculos de piedra. Pero no son las únicas disciplinas a tener en cuenta. La filología ha estudiado el origen del vocablo efequén y lo relaciona “con la variante líbica fiquen o fiken, con el significado de templo”, como recoge en un artículo el catedrático emérito de la ULL Antonio Tejera Gaspar, Premio Canarias de Patrimonio Histórico.