Los que ya peinan canas recordarán la fiebre de los polígonos industriales. Acontecía la rica década de los 80 y principios de los 90. No había municipio que no aspirara a contar con su proyecto de Polígono Industrial. Al calor, claro está, de las primeras subvenciones europeas y sobre todo de las diputaciones provinciales, dado que al fin a la postre, estas administraciones fueron por donde se derivaron cientos de millones, de todavía pesetas. Y ahí están, como la Puerta de Alcalá. No hay pueblo, y más donde haya sufrido reconversión de algún tipo: minera, ganadera, harinera, azucarera, lechera… que no cuente con sus fincas urbanizadas y a medio ocupar. Hay casos de éxito, sobre todo en Valladolid, Palencia y...
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