La tasa de jóvenes emancipados, en mínimos históricos
La Reforma Laboral, la subida del salario mínimo interprofesional y el descenso del paro han supuesto mejoras en la vida de los jóvenes españoles, pero sin embargo, no han aportado mucho a la hora de solucionar uno de los grandes problemas que nos atañe como sociedad: el acceso de este sector poblacional a la vivienda. De hecho, y según los datos publicados en el último Observatorio de Emancipación, realizado por el Consejo de la Juventud de España (CJE), estamos ante las peores cifras de la historia desde que hay registros, es decir, desde 2006.
A mediados de 2024, únicamente el 14,8% de los jóvenes (16-34 años) residentes en España vivía fuera de su núcleo familiar, lo que está íntimamente relacionado con los datos siguientes: los alquileres son los más caros desde el inicio del Observatorio de Emancipación, y para poder vivir en solitario, un joven debería destinar más del 100% de su salario a pagar el alquiler. “Las personas jóvenes estamos hartas de discursos que nos responsabilizan de esta situación cuando son los datos los que muestran, una vez más, que la juventud trabaja y se esfuerza, lo que no funciona es el sistema. Llegar a fin de mes en condiciones dignas no debería ser una recompensa sino un derecho, pero ni si quiera trabajando es suficiente para que nos podemos emancipar”, vela el informe difundido en el día de ayer por parte del CJE, que analiza los datos relativos al primer semestre de 2024.
Precios inasequibles
El precio de la vivienda no ha dejado de aumentar en los últimos años, y la situación a día de hoy no puede ser más esclarecedora: con los sueldos actuales, independizarse y alquilar una casa es una misión casi imposible para los más jóvenes. Según el Observatorio, la vivienda mediana que se podía encontrar en un portal inmobiliario tenía un precio de 1.072 euros al mes, 128 euros más que en el primer semestre de 2023. Este precio, el más alto desde 2006, supone el 102,3% del salario mediano neto mensual de una persona joven asalariada. Es decir, que a una persona que cobrara el salario mediano joven le faltarían 23,81 euros mensuales para poder vivir solo. Todo esto, únicamente para pagar el alquiler, sin contar con los gastos asociados a una vivienda: luz, agua, gas, comida…
El alquiler de una habitación, por su parte, tuvo un precio mediano de 375 euros, igual que en el mismo periodo del año anterior. Esta cantidad, no obstante, suponía en 2024 el 35,8% del salario mediano de una persona joven. Distintos organismos internacionales instan a que no se destine más del 30% del sueldo a pagar el alquiler.
Los datos relativos a la compraventa no son, como era predecible, mucho mejores. Las viviendas se encarecieron un 5,7% en un año, hasta alcanzar, de media, los 189.560 euros. Esto es lo mismo que decir que un joven necesitaría 15 años de sueldo para poder comprarse una casa. Además, para poder pagar una entrada debía ahorrar, de media, 56.868 euros, cifra que se alcanzaría con el salario íntegro de 4,5 años.
De esta manera, el alquiler siguió siendo la opción mayoritaria para las personas jóvenes que se encontraban emancipadas: el 55,9% vivían en este régimen de tenencia, ya fuera a precio de mercado o a un precio inferior. Y el 27,9 % de quienes alquilaban una vivienda no lo hacían ni en solitario ni con su pareja, sino que tenían que compartirla con personas que no eran parte de su núcleo familiar, un porcentaje 4,22 puntos porcentuales superior al de 2022.
Más cualificados, más pobreza
El CJE señala también un factor que debería estar jugando un papel trascendental pero que tampoco da buenos frutos: la buena formación de los jóvenes españoles. A mediados de 2024, casi dos tercios de la población joven tenía un nivel de estudios superior a los estrictamente obligatorios: el 28,4% tenían estudios superiores, como un ciclo de grado superior o un grado universitario; y el 35,7%, estudios secundarios postobligatorios, como un ciclo de grado medio o bachillerato. La mayor tasa de emancipación en España se daba entre la población ocupada, sin embargo, el 74,5% de las personas jóvenes que estaban trabajando en España, casi tres de cada cuatro, seguía viviendo con su familia.
Por otra parte, la población joven sobrecualificada (aquella que tenía un puesto de trabajo que requería un menor nivel de estudios del que podían acreditar), afectaba el 36,1% de la población ocupada con estudios superiores que no seguía estudiando. Este porcentaje era 11,11 puntos superior al de 2023.
A finales de 2023 (últimos datos disponibles) la población joven continuaba siendo el segundo grupo de edad con un mayor riesgo de pobreza o exclusión social de España, tan solo superado por la infancia. El 31,2% de personas jóvenes se encontraba en situación de vulnerabilidad, un punto porcentual más que un año antes.